Artista e ídolo
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Con Federico Klemm, la escena cultural argentina ha perdido una personalidad
Por Susanne Franz
Buenos Aires ha tenido una gran pérdida. La personalidad más cambiante de la escena artística, Federico Klemm, ha fallecido el 27 de Noviembre de 2002. Era una leyenda viviente, un mito, una figura marginal resplandeciente, excéntrica y estridente, de manera que muchos lo tildaron de hazmerreír, cuando no lo despreciaban ya por su homosexualidad. La imagen de sí mismo que él proyectaba hacia afuera no tenía demasiado que ver con el verdadero Federico Klemm, sino que más bien servía para ocultar su vulnerabilidad. La muerte lo venció, pero, en vida fue un luchador en su propio interés, alimentando incluso los rumores y maldades que, con frecuencia, se divulgaban sobre él. Un juego peligroso que se establecía entre Klemm como persona pública, quien seguramente, incluso, buscaba la luz de las cámaras por vanidad, y Klemm como persona privada.
La prensa (chismosa), de la que había sido el niño más mimado, ha reaccionado con reserva ante el fallecimiento de Federico Klemm. Tal vez se haya aclarado que se sabía poco de él detrás de su vestimenta llamativa, peinado artístico, y maquillaje, que solía presentar con tanto agrado. Federico Klemm llegó a los 60 años. Hizo todo lo posible por aparentar mayor juventud. Su belleza, que lentamente se extinguía, la eternizaba en retratos, autorretratos y esculturas. Cuerpos jóvenes y bellos, principalmente de hombres, le servían de modelos para sus cuadros místico-teatrales. Se podría creer que para él las mujeres pertenecían a las categorías de Diosas o Santas (entre otros, en los retratos de su madre) o prostitutas (como la traidora Dalila en su último ciclo, “Sansón y Dalila”), sin embargo, si se lo conocía se sabía que con las mujeres tenía un trato muy amigable y desenvuelto y que las valoraba.
Lo que más caracterizaba a Federico Klemm era su amor al arte, su percepción sensible y su saber universal. Una parte de su fortuna, que había heredado de su padre, la invirtió en una colección de arte contemporáneo, que contaba con obras de Roy Lichtenstein, Andy Warhol, Jeff Koons, Robert Rauschenberg y Sol Hewitt, así como obras de de Chirico, Picasso o Dalí, Magritte y Chagall, Max Ernst y Joseph Beuys. Naturalmente también había argentinos representados en la colección de Klemm, entre ellos Xul Solar, Libero Badii, Roberto Aizenberg, Raquel Forner, Ernesto Deira, Lucio Fontana, Edgardo Giménez, Guillermo Kuitca, Raúl Lozza, Rómulo Macció y Enio Iommi.
A través de la fundación que él mismo creó, “Fundación Federico Jorge Klemm”, que dirigía como presidente, Klemm fomentaba jóvenes talentos. Exponía artistas desconocidos junto con maestros renombrados, y luego inauguró un espacio adicional, “Espacio Cinco”, que estaba dedicado exclusivamente a tendencias nuevas y que le confió al Curador López Anaya, uno de los luchadores más influyentes a favor del arte moderno en Buenos Aires.
Su programa televisivo “El Banquete Telemático”, con el que quería transmitir arte a un público masivo, le demandó mucha energía durante sus últimos años. Invirtió menos tiempo en su propia creación artística, lamentablemente, pero de todos modos presentaba trabajos nuevos por lo general en un ritmo anual. La última exposición en Abril de 2002 en el Centro Cultural Recoleta estuvo dedicada al mito bíblico “Sansón y Dalila”, tema que Klemm profundizó. Algunos de estos trabajos pueden ser vistos en su “Fundación”, de cuya existencia se siguió ocupando, incluso, poco antes de su muerte. Dejó a la Asociación Nacional de Bellas Artes (ANBA) suficiente dinero como para poder asumir la administración de la fundación.
Klemm, que tenía pasaporte alemán y hablaba fluidamente alemán (a pesar de que este idioma lo tenía algo anquilosado tras la muerte de su querida madre Rosa en el año 2000) se sintió unido durante toda su vida a las tradiciones y al pensamiento europeo. Llegó a la Argentina a los seis años y se adaptó tan bien a la vida cultural local, que nadie lo consideraba alemán. “Siempre me es penoso cuando aquí me preguntan a quién he votado”, admitió una vez en una conversación durante la inauguración de una exposición en la “Fundación” – donde como siempre tenía que sentarse ante una mesa, ya que “¡estando de pie no puedo hablar en alemán!”
Resulta apenas comprensible por qué en los últimos días el fallecimiento de Federico Klemm ha ocupado tan pocos titulares. Tal vez los medios argentinos deban primero recuperarse del shock, comenzar un ordenamiento del fenómeno Klemm para luego despedirse de él.
Publicado en el “Argentinisches Tageblatt” del 07.12.2002.