Ropa de cama con pulpos y anarquía “light”
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Nuevos vientos en el Malba/Colección Costantini
Por Susanne Franz
Confundida, bajo por la escalera mecánica, mientras mi mirada se fija en la escultura monumental de Hernán Marina, “El coloso”. La gigantesca pero elegante silueta de un deportista detenido eternamente haciendo una lagartija arriba de las cabezas de los visitantes del Malba se va a ver sólo hasta mediados de enero. “¿A dónde va el Coloso después?”, pregunto, viajando escalera abajo, a la encargada de prensa del museo. Flotando a su lado está Inés Katzenstein, curadora del Malba. Dice: “A Rodas.” Cómo nos reímos.
Un poco antes, arriba en el segundo piso, ya no sabía si reírme o llorar. Katzenstein y el curador en jefe de Malba, Marcelo Pacheco, habían presentado para la prensa algunas de las obras que se sumaron a la Colección Costantini en el año 2004. Desde el 10 de diciembre el público las puede ver en el marco de la muestra “Donaciones, adquisiciones y comodatos”.
Incrédula, debía enterarme de que una sábana rayada de azules y blancos con un pulpo pintado encima (Feliciano Centurión), una lección en anarquía “light” de Magdalena Jitrik, un balde de limpieza con escoba de fregar más un radiograbador con varios enchufes de Diego Bianchi y dos fotos pasables, pero no precisamente excelentes de Alberto Goldenstein tienen ahora el privilegio de llamarse parte de la Colección Costantini.
Justo al lado, obras conmovedoras de Víctor Grippo o Liliana Porter, que son un hallazgo para la Colección; y también piezas muy inteligentes de Cristina Piffer o Jorge Macchi, que la enriquecen.
Cuando Pacheco dijo durante la presentación que “el Malba” había comprado tal obra, o tal obra la habían dado en comodato “al Malba”, me empecé a preguntar si el Malba y la Colección Costantini eran todavía la misma cosa.
El Malba fue fundado en septiembre de 2001 para albergar la Colección Costantini. Logró para Buenos Aires una atracción enorme. El primer director del museo, el mexicano Agustín Arteaga —quien lamentablemente, después de la crisis, dejo atrás el Malba y el país— supo destacar la importancia de la colección de manera inteligente, mostrándola desde ángulos diferentes. Mantuvo un equilibrio entre la colección de la casa y las siempre excelentes muestras externas.
Hablando de estas cosas frágiles: abajo, tras el viaje en escalera mecánica, es donde perdí lo que quedaba de mi equilibrio interior. En el espacio reservado para el ciclo de exposiciones “Contemporáneo” —donde se vieron muestras excepcionales e inteligentes en los últimos tiempos, casi sin excepción— se ve ahora la muestra Nº 11, la denominada “Re-Colección”. Es un rejunte salvaje de obras chicas de alrededor de 200 artistas que parecen entrar todos más o menos en la “escena cool” de estos días. Las obras fueros coleccionadas por tres artistas que hacen montajes de muestras en el Malba: Fernando Brizuela, Mariano Dal Verme y Beto De Volder.
Escriben los tres “Re-colectores”: “La ‘Re-colección’ es amorfa y cambiante; es un proceso. No muestra ni pretende mostrar tendencias, estilos o hilos conductores.” Eso es obvio. La “Re-Colección” no sirve ningún propósito, es puro exhibicionismo. Lo cual tendrá la virtud de su propio derecho a existir. ¿Pero en el Malba?
Una exposición en el Malba significa una cierta legitimación para los artistas en cuestión. En el caos de la “Re-Colección” se pierde la individualidad de cada uno de los artistas involucrados. No hace justicia a ninguno: es, al contario, una enorme falta de respeto.
El artículo salió el 24/12/2004 en el “Argentinisches Tageblatt”.
2/12/07 a las 2/12/2007
Me encantan las críticas negativas sobre mi trabajo, y con más razón cuando provienen de voces tan conservadoras y desde mi punto de vista, tan ignorantes y mal informadas sobre el arte argentino. Muchas gracias tambien por agruparme con mi adorado Chano Centurión y con otros artistas que admiro como Diego Bianchi y Alberto Goldestein. También me alegra mucho su visión sobre la recolección, ya intuía yo que no iba a caer simpatica sobre todo porque es una colección completísima del arte argentino que no costó un solo centavo armarla. La autonomía de los artistas es algo que molesta. Gracias nuevamente.
4/8/10 a las 4/08/2010
Por favor, me encantaría que alguien se haga cargo y le contesten a la artista Magdalena Jitrik, muchas gracias.