Noticias desde el Paraíso

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Muestra “Celestial” de Miguel Rothschild en Ruth Benzacar

Por Susanne Franz
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Lo primero que atrapa la vista cuando uno entra a la Galería Ruth Benzacar en estos días, son unos arcos de triunfo del consumo, formados por cajas de alimentos vacías, y seis obras en vidrio luninosas como ventanas de una iglesia: un tríptico constituido por una variedad de cosas paradisíacas, otro lleno de marcas de cigarrillos, cajas de fósforos, logos de empresas y otras cosas “infernales” por el estilo. En seguida, uno asocia una canción de Nina Hagen que ironiza sobre la faz del consumo en el oeste: “Alles so schön bunt hier!” (“¡Qué colorido está todo por aquí!”). “Mi obra no es una critica al consumo”, aclara el artista Miguel Rothschild, argentino que vive en Berlín desde hace 14 años, y que expone su obra con regularidad en la galería de arte más prestigiosa de Buenos Aires. “El consumo simplemente existe”, dice Rothschild con desdén. Su muestra “Celestial” con obras recientes que se ve en Ruth Benzacar trata en torno al cielo y el infierno como antagonista del paraíso. “Pero todo es light”, atenúa el artista, “para mi, hasta el infierno es light.”

Cerca de la entrada, Rothschild ha construido una pared con cartones de la marca de helados “Paradies” (Paraíso). Funciona como una división del espacio, que aparta un sector de la galería dónde se proyectan imágenes sobre una pantalla de video. Son fotos de negocios, panaderías, restaurantes, etc., que se llaman “Paradies” o “Paradise” o “Paraíso”, o simplemente de señales que llevan el nombre. “Es un ‘work in progress'”, cuenta Miguel Rothschild, que sigue coleccionando las imágenes paradisíacas en todo el mundo.

También las pinturas que expone Rothschild tienen cielos como trasfondo. Las dos obras “La noche que vio las estrellas” I y II (de 58 x 58 cm) parecen imágenes del Big Bang. El artista describe ese negro que se extiende desde un centro en forma de púas: “Parece como si hubiera estrellado la noche contra el lienzo.” Como en todas las pinturas expuestas, también aquí predominan elementos de historietas: en una obra hay estrellitas recortadas de papel que acompañan el negro vertiginoso, en la otra son interjecciones onomatopéyicas como “Blof!” o “Kawumm!”­

Dos de esas obras relativamente pequeñas tienen títulos como pronósticos del tiempo: “Nubosidad variable. Vientos moderados del sector norte” muestra un cielo oscuro, nublado, lleno de globitos de pensamiento. “Las ideas de las personas suben en el cielo y se conglomeran hasta formar una tempestad”, dice Rothschild. En la obra “Inestable con lluvias aisladas hacia la noche”, este temporal ya se ha desatado y una lluvia de signos de admiración recortados cae a la tierra. En la obra de gran tamaño “Celestial” (200 x 300 cm), no son los astros celestiales los que iluminan la noche, sino etiquetas de precios amarillas de varios tamaños que tienen forma de estrellas.

Rothschild describe con humor sútil la idea del “Paraíso” que se proyecta —y más aún, se vende— en el mundo globalizado. Ni llora por un idilio perdido ni expresa un deseo utópico específico. Presenta las cosas como son. Sus obras, de una belleza y estética maravillosas, vienen con toda la energía de un frente de tormenta amenazador.
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(Miguel Rothschild, “Celestial”. Ruth Benzacar, Florida 1000. Lun-Vie 11.30-20, Sab 10.30-13.30 hs. Hasta 3.9.)

Artículo publicado en el “Argentinisches Tageblatt” el 13/8/05.

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