“El choclo interactivo”
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“El choclo interactivo” – una intervención de Martín Bonadeo en la “Galería del Poste” del Centro Cultural Rojas
Por Susanne Franz
Palomas “interactuando” con la obra de Martín Bonadeo.
“¿Qué criterios estéticos utiliza una paloma que anida en la cornisa de un edificio neoclásico a la hora de alimentarse?” Esa pregunta fue el punto de partida de la intervención “El choclo interactivo” del artista argentino Martín Bonadeo, que se puede ver desde el 2 de diciembre (y hasta el 23) en la “Galería del Poste” del Centro Cultural Rojas.
La “Galería del Poste” es un poste de luz común y corriente en la vereda del Centro Cultural Ricardo Rojas, Avenida Corrientes 2038, Buenos Aires. Fue la artista Lucrecia Urbano quien tuvo la idea de organizar eventos artísticos en ese lugar poco usual, y es ella la que invita a otros artistas a participar e intervenir el espacio (antes de Martín Bonadeo fueron Mauro Giaconi, Mariela Yeregui, Uschi Gröppel y Lorraine Green los que hicieron acciones alrededor del “Poste”). Urbano lleva a cabo el proyecto junto con Eva Grinstein, la curadora del Espacio de Arte del Centro Cultural Rojas. Cuentan con un permiso oficial de la “Dirección General de Alumbrado Público del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires”. La idea original —estimulada por una acción parecida que vio Lucrecia Urbano en Rio de Janeiro— cobró vida porque se hicieron muy largas las refacciones de la Galería de Arte en el interior del Rojas, y Grinstein y Urbano quisieron poner algo en movimiento.
Hay bastante movimiento últimamente en la población de palomas de la zona. Ya antes de empezar con su intervención, Martín Bonadeo fue al lugar durante algunos días, siempre a la misma hora, para ofrecer maíz a las palomas. Para acostumbrarlas a lo que vendría. Primero titubeaban un poco, porque un señor de la otra esquina ofrecía desde hacía un tiempo una fuente de alimento confiable. Pero terminaron viniendo.
Después, Bonadeo “vistió” el poste de luz, perdón, la “Galería del Poste”, desde el piso hasta una altura de más o menos dos metros con choclos de diversas calidades y variedades.
Pudo hacer algunas observaciones interesantes: las palomas prefieren los choclos perfectos y simétricos (los transgénicos) a los autóctonos que tienen pequeñas irregularidades, como las personas que muchas veces vienen de noche a robar choclos (por eso, hay que reponer la oferta de choclos de vez en cuando). Además, las palomas no suelen picotear varios choclos a la vez, sino que comen muy prolijamente el choclo con el que empezaron.
Queda la pregunta de si la población voladora —después de que termine la intervención— va a seguir chequeando los postes de luz en su vecindario por una posible grilla de píxeles color maíz. Es que, sobre los criterios estéticos que administran las palomas a la hora de comer, no se pudo todavía obtener conocimientos científicos confiables.
(Martín Bonadeo, “El choclo interactivo”. “Galería del Poste” del Centro Cultural Rojas, Av. Corrientes 2038. Hasta el viernes 23 de diciembre.)
El artículo fue publicado también en TamTam.