Buceando en el triángulo de las Bermudas

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Muestras en Ruth Benzacar, Klemm y el CCEBA

Por Susanne Franz

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En la “Fundación F.J. Klemm” se puede ver el “IX Premio a las Artes Visuales Federico Jorge Klemm” y una muestra de retratos del recordado artista, coleccionista, mecenas y conductor de televisión (aquí el retrato de Silvina Benguria, del 1969).

En el Triángulo de las Bermudas de las galerías de arte “Ruth Benzacar” (Florida 1000), “Fundación F.J. Klemm” (M.T. de Alvear 626) y el Centro Cultural de España de Buenos Aires CCEBA (Florida 943), que se encuentran en el corazón de la ciudad de Buenos Aires, el amante del arte puede sumergirse profundamente en los secretos del arte contemporáneo —sin temor a ahogarse.

Los tres templos del arte, que se encuentran entre los más finos y renombrados dentro de la escena artística de Buenos Aires, están ubicados a pocos metros uno del otro, y todos bajo tierra.

En cada una de las tres galerías, el artista argentino Martín Bonadeo iba a “colgarse” al circuito cerrado de las cámaras de observación e instalar un monitor, donde se iba a ver qué pasaba respectivamente en las otras galerías. De esa manera, Bonadeo planificaba crear un “Circuito Cerrado del Arte”. El proyecto no pudo concretarse por numerosos problemas burocráticos. Se puede ver como en “fase de planificación” en el CCEBA, en un espacio creado especialmente para la ocasión: el Microespacio “i” (Mi = Misión imposible). La muestra de Bonadeo es paradigmática para la situación del arte en la Argentina, que tiene artistas de altísimo nivel que no pueden concretar sus proyectos.

Entre la gran cantidad de “muestras chicas” en el CCEBA, se destacan los videos de jovenes creadores españoles, “Miradas Breves”, y las excelentes fotografías de Alejandra Urresti.

El miércoles, la galería Ruth Benzacar abrió su temporada 2006 con una muestra del artista Ernesto Ballesteros. En el piso de la galería se encuentra una enorme montaña de hilo oscuro —exactamente 40.000 km de hilo, la circunferencia de la Tierra a la altura del ecuador. En el espectador, la instalación despierta de manera sensible una conciencia sobre la fragilidad de nuestro planeta. Una instalación sonora subraya este efecto precario. Los dibujos monocromáticos en las paredes de la galería recuerdan paisajes poéticos. Ballesteros creó estos dibujos con la ayuda de unos cuantos ayudantes, siguiendo una tradición de los antiguos maestros. De esa manera, plantea sutilmente la pregunta sobre la autoría de una obra de arte.

La muestra de Ernesto Ballesteros posee un subtono de gran tristeza y distancia. Por contraste, tocan muy fuerte las pinturas apasionadas de Valentina Liernur en el “Nuevo Espacio” de la galería. A quienes nos cuesta entender “las nuevas formas” del arte contemporáneo, nos sirve el excelente prólogo de Leopoldo Estol en el catálogo.

Este artículo salió (en idioma alemán) el 1/4/06 en el “Argentinisches Tageblatt”.

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