La banana como símbolo (2001)
La artista ecuatoriana Rocío Plúas expone en la OEA
Por Susanne Franz
La ecuatoriana Rocío Plúas ha vivido durante años en muchos países diferentes: Singapur, Alemania, Francia, y ahora Argentina. Después de sumergirse en tantas culturas diferentes, siente cada vez más fuerte el deseo de volver a las raíces, para poder definir su identidad a través de las experiencias que la formaron en la infancia, en su país, Ecuador. Esto no significa regresar a un estado de nostalgia indeterminada. Al contario: con una mirada crítica e irónica, Plúas observa la difícil situación en la que se encuentra su país hoy en día. Lamenta las grandes diferencias sociales tanto como la pérdida de las tradiciones de una cultura antigua y rica que se está convirtiendo —como el resto del continente— cada vez más en una no-cultura al estilo de los Estados Unidos.
Plúas vive en el presente, y lo demuestra con claridad desde la concepción de su recomendable muestra en la OEA. En la sala de la entrada expone obras recientes que tienen como tema la banana. La artista trabaja con el cliché de que en Ecuador no hay nada más que bananas. Ironizando sobre este preconcepto con mucho humor, titula una obra con una cáscara de banana “Cuidado”, pinta bananas abstractas, bananas pop azules, o bananas “United Colors of Ecuador” (todas color banana).
En dos pinturas, un árbol de banano en el primer plano de la obra domina —también en el trabajo plástico— la vida en la ciudad y la vida de la gente. Cuadros con trabajadores en las plantaciones de bananos demuestran que la banana debería ser el producto básico para la vida de la gente común, y no un objeto de consumo y lujo en manos de unos pocos, poderosos dueños de la tierra.
En el primer piso se retrocede más al pasado. Aparecen hermosas obras con motivos precolombinos, y también escenas con chicos que juegan: recuerdos de la infancia de una emocionante claridad y expresividad.
Las obras de Rocío están llenas de colores cálidos y brillan con la luz del soleado Ecuador, lo que les da una calidad inconfundible. La artista trabaja con matices de color tierra, arena, yeso y cuarzo, experimenta con las más diversas técnicas, aplica muchas capas, raspa, trae lo profundo a la superficie, y deja traslúcido lo escondido. Siempre trabaja completamente libre, sin bocetos, directamente desde la memoria.
Y ésta gira en torno a su país, para el que la banana toma valor como símbolo y también elemento político, porque existía mucho antes de que la convirtieran en ícono de un mundo globalizado y obsesionado con el consumo.
Este artículo apareció el 31/03/2001 en el “Argentinisches Tageblatt”.
28/5/08 a las 28/05/2008
Hola Susana, qué es de ustedes? No se si sabes que estamos viviendo en USA, Michel y Raquel creciendo.
Te mando un abrazo y dame una senial.
Rocío