Retrospectiva de un artista clave
“Oscar Bony. El mago. Obras 1965 / 2001” en el Malba
Oscar Bony, “El mago”, fotografía color y vidrio baleado, 1998.
En el Museo de Arte Latinoamericano Malba – Fundación Costantini se inauguró el jueves pasado la muestra “Oscar Bony. El mago. Obras 1965 / 2001”, la primera gran retrospectiva de uno de los artistas clave en la historia del arte argentino, con la curaduría de Marcelo Pacheco, Curador en Jefe del Malba.
La muestra de Bony (Posadas, 1941 – Buenos Aires, 2002), que reúne más de 60 obras procedentes de colecciones privadas e instituciones públicas, presenta una selección de las obras más importantes de su carrera, incluyendo sus series más famosas: cielos, de memoria; de amor y violencia; fusilamientos, suicidios, y el triunfo de la muerte, realizadas entre los años sesenta y los noventa.
Además de obras, se incluyen en la exposición reproducciones fotográficas (piezas destruidas, no localizadas, perdidas o no disponibles); documentación fotográfica (abarca obras efímeras de las que sólo hay registro fotográfico y trabajos de fotografía realizados por el artista tanto documentales como fuera del ámbito de las artes visuales); documentación facsimilar (corresponde a una serie de volantes e impresos que Bony incluyó especialmente en algunas de sus trabajos y cuyos facsimilares han sido editados y puestos a disposición del público en la sala), y documentación audiovisual, donde figura un conjunto de filmaciones referidas al autor o a su época realizados por terceros. Tomando en cuenta la totalidad, la muestra suma más de 120 piezas.
La exposición “Oscar Bony. El mago. Obras 1965 / 2001” es una producción del Malba que forma parte del conjunto de exposiciones de figuras clave en la historia del arte argentino realizadas por el museo, tales como fueron las de Jorge de la Vega, Antonio Berni, Xul Solar, Víctor Grippo o Alfredo Guttero.
El catálogo bilingüe español-inglés que acompaña a la muestra viene a marcar una nueva referencia bibliográfica en el campo de la historia del arte del siglo XX en la Argentina. Es la primera publicación importante dedicada a Bony en el país, y constituye un nuevo trabajo de investigación y producción integral que el Malba realiza sobre un artista argentino de proyección internacional.
- “Oscar Bony. El mago. Obras 1965/2001”. Primera gran retrospectiva de uno de los artistas clave en la historia del arte argentino. Curador: Marcelo Pacheco. MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires), Av. Figueroa Alcorta 3415. Jue-Lun y feriados 12-20 hs, martes cerrado, Miércoles hasta 21 hs, entrada libre. Los otros días: entrada 12 pesos, docentes y mayores de 65 años 6 pesos, estudiantes, menores de 12 años y discapacitados gratis. Visitas guiadas Mie, Jue y Vie a las 17, Sab y Dom a las 18 hs. 22.11.-30.01.08.
Más información:
Mesas redondas
- “Experiencias en el Instituto Di Tella”. Con la presencia de Enrique Oteiza, primer director del Instituto Di Tella (1960 – 1970) y la artista Margarita Paksa. Moderadora: Andrea Giunta.
Lunes 26 de noviembre a las 18.30 hs, en el Auditorio.
Oscar Bony participó activamente de la comunidad de interlocutores que articulaban los artistas de Buenos Aires convocados en las experiencias organizadas por el Instituto Di Tella en 1967 y 1968 y que, inmersos en el flujo de alto experimentalismo de sus prácticas, dieron cuerpo al conceptualismo local.
- “Rock: los sueños lúcidos de Oscar Bony”. Moderador: Fernando García.
Lunes 17 de diciembre a las 18.30 hs, en el Auditorio.
Este encuentro reunirá a los músicos Rodolfo García (baterista, integrante de Almendra, Aquelarre y Tantor), Javier Martínez (baterista, compositor y cantante, integrante de Manal y uno de los letristas fundamentales del rock argentino), el guitarrista Edelmiro Molinari (integrante de los grupos Almendra y Color Humano) y Alfredo Toth (bajista de Los Gatos y miembro de G.I.T, uno de los productores más importantes del rock local).
Encuentros cara a cara
- “Fuegos cruzados: Bony entre los ‘60 y los ‘90”. Por Ana Longoni y Diego González.
Jueves 29 de noviembre a las 18 hs, en la Sala 5 (2º piso).
Se proponen aquí algunas hipótesis de lectura sugeridas por ciertos hitos de la obra de Oscar Bony (entre sus intervenciones dentro de la vanguardia argentina de los 60 y el retorno hacia la figuración posterior), vinculadas a las derivas, reapropiaciones y desplazamientos de aquella experiencia fundante, y los diálogos explícitos u ocultos que establece con sus contemporáneos.
- “Oscar Bony artista multimedial”. Por Carlos Trilnick.
Jueves 6 de diciembre a las 18 hs., en la Sala 5 (2º piso).
Pocos artistas en Argentina adoptaron en sus prácticas actitudes abiertas hacia los medios entendiendo que desde mediados del siglo XX la sociedad estaba comenzando una transformación que continúa hasta nuestros días. Oscar Bony, utilizando fotografías e imágenes en movimiento, produce un cuerpo de obras que -más allá de la experimentación formal con esos medios- se establecen como nexo entre arte y contemporaneidad.
Camino al Bar Moderno
Retrato de Oscar Bony en su casa-taller, Buenos Aires, 1995. Fotografia: Gian Paolo Minelli.
Con una beca del Gobierno de su provincia, Misiones, Bony viaja en el 1950 a Buenos Aires para estudiar en la Escuela Nacional de Bellas Artes “Manuel Belgrano”. Paralelamente, al año siguiente, concurre al taller de Juan Carlos Castagnino.
En 1964 realiza su primera exposición individual en la Galería Rubbers, presentando pinturas de la serie “Anatomías” y con un trabajo cercano a la neofiguración, el estilo dominante en la época. Allí comienza a frecuentar el Bar Moderno, de Maipú y Paraguay, donde conoce a algunos de los jóvenes artistas con los que lo unirá algo más que una mesa de café: Margarita Paksa, Pablo Suárez, Emilio Renart y Rubén Santantonín, que se convertirá en uno de sus amigos más cercanos.
“Los movimientos constantes de Bony entre lenguajes y soportes reflejan su necesidad de experimentar, su posición contra lo establecido y su resistencia frente a los intentos de clasificación. Cualidades que comparte con gran parte de la vanguardia de los años 60”, escribe el curador Marcelo Pacheco. “Sin embargo –agrega-, sus gestos muestran una estrategia propia: cuando Bony visita estilos y medios los ocupa, los absorbe, los confronta, en un proceso exultante y continuo; actúa en el paroxismo, insaciable. […] Sumiso mientras los materiales y lenguajes se abren, en cuanto los descubre busca el borde para pasarse del otro lado, para entrar por el reverso donde son ásperos, oscuros, inestables, resistentes, y puede usarlos a contrapelo. De frente, de este lado, las opciones son confortables, previsibles, para otros”.
En 1965, el artista realiza cuatro cortometrajes en 16mm, titulados “El paseo”, “El maquillaje”, “Climax” y “Submarino amarillo”, y los presenta bajo el título “Fuera de las formas del cine” en el Centro de Experimentación audiovisual del Instituto Torcuato Di Tella.
La familia obrera y el Instituto Di Tella
Entre 1965 y 1968, formando parte de los jóvenes “rebeldes” del Di Tella, Bony se había dedicado a hacer cortometrajes, objetos, instalaciones y happenings, “a contaminar el pop, el minimalismo y el conceptualismo; a construir estructuras primarias, invadir espacios, exhibir grabaciones y montar gente real sobre una tarima de museo”, según escribe el curador en el catálogo de la exposición.
Fue 1967 un año muy fecundo para su carrera: obtiene el Premio de Honor “Ver y Estimar” con la obra “Sinusoide”, bautizada por la prensa como “Serpiente amarilla” o “Estructura”. Y también participa del Premio Braque, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, en la categoría “Pintura”. Además, forma parte de Experiencias Visuales ’67 (CAV Centro de Artes Visuales, Instituto Torcuato Di Tella), presentando la instalación “60 metros cuadrados y su información”, que incluye un soporte con un proyector de 16 mm que proyecta sobre una pared la imagen continua de un fragmento de un alambre tejido, todo montado sobre un plano de alambre tejido de metal apoyado sobre el piso.
Al año siguiente, Bony se presenta en las Experiencias ’68 del instituto, con su obra “La familia obrera”: un matricero, su esposa, y su hijo exhibidos en vivo sobre una tarima de madera. Esta pieza es una de las más polémicas y la que tiene más repercusiones mediáticas.”[…] Para mí, La familia obrera implicaba muchas cosas que exigían compromiso. Una era la relación con la política, otra, era la intención de desmaterializar la obra de arte. Eran dos polos bien precisos. La cuestión de la desmaterialización no me interesaba tanto como el vínculo con la ética. Creo que este trabajo es un planteo más ético que político. […]” (Fragmentos de un diálogo con Oscar Bony. En: Instituto Di Tella Experiencias ’68, Fundación Proa, Buenos Aires, 1998).
Bony era uno de los artistas involucrados en los debates principales de aquel tiempo: la relación arte-política, y la relación artistas-militancia política, entendiendo al arte como transformador de la realidad. Y en 1968 se retira de la práctica artística, junto a muchos de sus compañeros, “enfrentando a la historia del arte, a la crítica y a la estética en sus campos de batalla” -como señala el curador-. “El aparato intelectual y su policía secreta lo habían expulsado, puesto al límite, obligado a un primer suicidio”.
Entonces se dedica a viajar y se convirtió en uno de los creadores del imaginario visual del nuevo rock nacional. “Se reconstituyó en otro Oscar Bony –continúa Pacheco-, un ‘otro’ provisorio, por añadidura, que a través de su cámara inventó cientos de imágenes multiplicadas en miles de discos, afiches y revistas consumidas por un público joven y multitudinario.”
Sus acciones fotográficas para Los Gatos, Manal, Almendra y Arco Iris, entre otros grupos y solistas, no están tan lejos de sus “obras de arte”: aparece allí la misma libertad para buscar posibilidades, mezclar materiales, explorar situaciones y estimular los sentidos.
Bony regresa a la pintura en 1974 a través de exposiciones tales como Oscar Bony / Pinturas, Art Gallery International (1975) u Oscar Bony: fotografías, en la Galería Artemúltiple (1976). “Pero, más sabio –reflexiona Pacheco-, durante sus próximos 30 años de trabajo, supo mantenerse distante y participante del círculo del arte. Era un sobreviviente. Aparecer y desaparecer, mostrarse fuerte y vulnerable, exhibirse violento y melancólico, poner el cuerpo o replegarse.”
Ida y vuelta
Entre 1978 y 1988 vive y trabaja en la ciudad de Milán, participando activamente en la vida artística italiana, a través de exposiciones en diferentes galerías y museos. Regresa a Buenos Aires e impacta en el ‘93 con la exhibición Oscar Bony. De memoria, en la Fundación Banco Patricios. En ese mismo año, se presenta Oscar Bony. “La pared” o “Pared de ladrillo y cemento” en el Centro Cultural Recoleta; una pared de ladrillo construida en medio de la sala, dividiendo el espacio en dos sectores independientes.
Los primeros cuadros baleados aparecen en 1994, combinando la técnica de la fotografía con el disparo. “Bony: obras de amor y violencia” u “Objetos de amor y violencia” se presenta en Filo Espacio de Arte, utilizando soportes diversos como vidrios, papeles, placas de plomo, todos marcos antiguos de madera y yeso. “No me tiembla el pulso cuando empuño una pistola de 9 mm. Negra, huele a grasa animal –escribe el artista para el catálogo de la 5th International Istanbul Biennal (Estambul, 1997)-. […] Contra el muro del estudio están mirándome mis autorretratos, los negros pantanos de aguas podridas, los cielos infinitos de la Patagonia, la selva amazónica quemándose diariamente, todo lo que está desapareciendo y que no será más que un recuerdo del pasado. […] El estampido es el Límite. El vidrio se rompe, se raja, según las fuerzas azarosas de la bala. Como se haya roto, así queda. El juicio emitido por la perforación del vidrio es definitivo, irrevocable, inapelable. Roto el vidrio, todo queda tal cual. No se toca más.”
Bony entiende la dimensión temporal de la imagen; la imagen como una percepción, un devenir. En toda su obra se pueden encontrar marcas de la presencia de la imagen actuando en este sentido. Pero es en su producción de la década del ‘90 y, en especial, en sus fotografías baleadas -de acuerdo a lo que sostiene el curador-, donde aparece con más fuerza la dimensión dialéctica de la imagen. Escribe: “La relación de dominio es clara. Si la fotografía es copia y repetición mecánica, él la transforma en pieza única: altera los resultados durante el revelado o dispara y perfora la copia. […] Bony interviene eludiendo controles y sin esperar autorizaciones. Arriesga y apuesta sobre usos y costumbres, marcos de identidad y direcciones establecidas”.
En 1996 se exhibe en la Fundación Federico Klemm la exposición “Fotografías y vidrios baleados”, con doce fotografías y vidrios baleados con marcos de metal, en los que utilizaba diversas imágenes como paisajes, cielos, un homenaje a Lucio Fontana y el primer conjunto de autorretratos de la serie “Suicidios”.
Los años noventa y la expansión internacional
En los noventa, Oscar Bony comienza a formar parte de exposiciones internacionales, a partir de nuevas lecturas del arte latinoamericano que aparecen en esta década, especialmente sobre el arte conceptual.
En 1998, el Museo Nacional de Bellas Artes inaugura “El triunfo de la muerte”, donde se exhiben 17 fotografías y vidrios baleados. Ese mismo año, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA) realiza una exposición en la que se presenta un conjunto de obras históricas de los años sesenta: tres cortometrajes del 65 y la instalación “60 m2 de alambre tejido y su información”.
“Heterotopías. Medio siglo sin-lugar. 1918-1968” tiene lugar en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en diciembre del año 2000, donde Bony expone “La familia obrera”.
En 2006 se exhibe “Suicides / Suicidios. Bony en el New World Museum, Houston”, en cooperación con Pan American Gallery of Dallas. Ese mismo año, se presenta en Pan American Art Project de Miami la muestra “Ferrari & Bony. Revisiting Tautology”, organizada por la Pan American Gallery of Dallas.
11/6/14 a las 11/06/2014
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