De vida y muerte (1998)
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Las esculturas inspiradas de Lydia Galego
Por Susanne Franz
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Una vez iniciado, es imparable el camino desde el comienzo de la vida, el nacimiento, hasta su fin, la muerte. A quienes fue dada la vida, ya se les “programó” también —sin falta— el disparador para su destrucción.
Nuestra vida transcurre en el presente, en un “ahora” imposible de juzgar desde la distancia. Estamos, por siempre, parados en el momento. El nacimiento y la muerte, el pasado y el futuro, son secretos que determinan nuestra vida, sea porque tratamos de encontrar un sentido, sea porque dejamos de lado la idea de la muerte y vivimos como si no tuviéramos fin.
Las esculturas inspiradas de Lydia Galego evocan un estado antes del nacimiento y después de la muerte. Repugnantes y al mismo tiempo hermosas, como la naturaleza, sus figuras son fuentes para la vida emergente —huevos, larvas de mariposas, bolsas de útero, con el feto nadando adentro. Lo que evoluciona dentro de estos artefactos son todas las posibilidades de la vida: lo altamente diferenciado y lo bajo, la creatividad y la destrucción: el germen, la promesa.
Las figuras son compactas, indestructibles. Como camaleones, se adaptan a los colores de la tierra. En la superficie hay aberturas raras, huecos, canales. Podrían ser caminos de nutrición o de limpieza para esta vida en camino de hacerse —todavía sin conciencia— dentro del artefacto.
Las esculturas de Galego también podrían ser fuentes que contienen los restos de un ser: urnas quizás, o las barcas de los muertos viajando en el río Hades. Lydia Galego juega un doble juego con los sentidos de sus obras —quiere dejar la interpretación al espectador.
Las figuras, impresionantes, parecen monumentales y pesadas, pero cuando uno las levanta, se va a dar cuenta que son como plumas. La artista usa materiales livianos, porque le dan independencia en su trabajo. No tiene que pedir ayuda a nadie para girar o transportar las esculturas. Para que tengan la apariencia deseada de pesadas y densas, Lydia Galego trabaja la superficie de una manera única. Cubre con telas, pinta encima, ata con hilos, cose, abrocha, hasta que logra que sus figuras parezcan haber sobrevivido siglos, sin nunca haber revelado sus secretos.
El artículo salió en el “Argentinisches Tageblatt” con motivo de la muestra de Lydia Galego en la Galería Atica del 10/8/98 hasta el 5/9/1998.
16/2/11 a las 16/02/2011
muy muy bueno,estar en la dimension a la que podremos volver a cusrar?