Visión de un galerista del siglo XXI

Instalar la curiosidad

Por Fernando Entin, director de Elsi del Rio Arte Contemporáneo

A lo largo de los ochos años que llevo en la dirección de la galería he comprobado, una y otra vez, que las personas necesitan una explicación: saber de que se trata la obra. No creo que lo hagan por curiosidad, sino por comodidad. Es más cómodo que nos cuenten el cuento que descubrirlo por nuestros medios. Pero, así como le dedicamos dos horas a ver una película o un mes a leer un libro, ver una obra lleva tiempo. Sin embargo, no estamos acostumbrados a dedicarle ese tiempo al arte. Es ahí cuando comienza el desafío de un galerista: ayudar al otro a que pueda transformar su comodidad en curiosidad. Movilizar a las personas para que salgan de su zona de confort y encuentren sus herramientas para entender la obra. A veces funciona…

Mucho se habla del mercado local y del boom del arte. Cada año, cuando llega arteBA, son muchos los medios que se suman a este estado de ánimo. Pero no deja de ser una sensación térmica. Comparado con otros países, en la Argentina estamos comenzando y tal mercado no existe todavía.

Para ser coleccionista hay que ser curioso. Esto implica visitar las galerías – que no son templos de adoración sino espacios de trabajo -, visitar museos – perdiendo el miedo a no saber o a equivocarse-, y sacarse el velo de la solemnidad. Entender nuevas tendencias involucra googlear al artista, saber de donde viene, qué hizo antes, adónde expuso, comprar revistas locales y extranjeras, compararlas, identificar nuevas construcciones, nuevas tendencias y soportes. Entrenar el ojo, ejercitándolo, como en el gimnasio.

Crear un mercado, localmente, implica también mejorar la gestión profesional. Con un grupo de colegas hemos fundado una asociación de galerías de arte contemporáneo, intentando implementar una nueva dinámica de trabajo entre los espacios expositivos: proponer una práctica profesional más activa, más transparente, que trabaje en equipo, en acciones conjuntas, que salga a ferias del exterior bajo un nombre común, gestionando para que nuestros artistas sean conocidos y valorados y que la Argentina sea un punto apetecido por coleccionistas extranjeros. Era imprescindible poner en marcha esta dinámica para crear mercado; poner en valor la acción de la galería (educando al comprador acerca del rol de la galería) y también al artista (instalar una marca, formar e informar). Además de ser curiosa, la gente debe comprender el rol de la galería y, para ello, tenemos que hacer una fuerte tarea de gestión conjunta.

El maridaje comprador-artista es un milagro accionado por mecanismos tan indescifrables que a veces cuesta entender esos resortes (como tal obra llega a cual persona). Mi premisa es no invadir sino orientar; no imponer sino facilitar la tarea, brindando contexto. En nuestra galería hemos realizado una serie de encuentros, coordinados por Alina Tortosa, para acompañar al potencial curioso-coleccionista en su recorrido, una manera de ayudarlo a ubicarse dentro de un área extensa y compleja, como es el arte contemporáneo. No hay recetas para coleccionar o para adquirir el gusto por lo contemporáneo: lo que existen son modos de acercarse. Me gusta referirme a esos modos como senderos o caminos dentro del vasto mundo de las artes visuales. El workshop intentó analizar nuestra relación con la obra de arte desde una mirada sin prejuicios. Si la persona, una vez finalizado el taller, podía comenzar a dialogar con la obra en términos diferentes al “me gusta” o “no la entiendo”, habíamos logrado el objetivo. Fue una buena acción conjunta entre una galería y un crítico de arte, teniendo en cuenta que en la Argentina nos cuesta trabajar en equipo.

Durante los últimos años fue Palermo el polo del arte contemporáneo, en Buenos Aires. Ahora el foco se mudó instantáneamente a San Telmo. No tenemos tradición de sumar. Y me pregunto: ¿por qué no Palermo y San Telmo, juntos?

Palermo es un barrio que se fue transformando a lo largo de los últimos diez años y sigue cambiando. La franja que va desde Scalabrini Ortiz hasta Juan B. Justo, hoy conocido como Palermo Soho, se ha enfocado en el diseño, la indumentaria y la hotelería boutique, respetando quizás la impronta del lugar. En esa zona hay dos galerías a destacar: Dabbah Torrejon, que desde 1999 dirigen Horacio Dabbah y Ana Torrejón, con arte contemporáneo argentino y latinoamericano; y Gachi Prieto Art Gallery, haciendo foco en jóvenes maestros contemporáneos. En cambio, la franja que va desde Juan B. Justo hasta Dorrego, hoy conocida como Palermo Hollywood, fue más impactada por el boom inmobiliario, la gastronomía y las productoras de cine y TV. Allí me interesa destacar a Braga Mendendez Arte Contemporáneo, un espacio que privilegia la calidad de las producciones. De San Telmo presento a tres colegas: 713 Arte Contemporáneo, a cargo de Julia Grosso, con muestras mágicas, a Masotta-Torres, jóvenes y entusiastas galeristas, y a Wussmann, con una galería tan exquisita como los papeles que vende.

Durante estos ocho años nos acercamos a los artistas por muchos motivos diferentes pero, principalmente, privilegiamos la belleza. Hemos aprendido juntos a entender que significa ser artista y galerista en Argentina. Espero que, en 2009 podamos ser más curiosos.

Salió en “El Cronista Comercial – Clase Ejecutiva” y “Artenauta”.

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