“No me creo un artista”
Entrevista con el diseñador Emiliano Blanco
Por Paula Bonnet
Hace ya ocho años que Emiliano Blanco fundó junto a Camila Milessi “Kostüme”, una de las marcas que cada año muestra su producción más reciente en la Buenos Aires Fashion Week (BAF). Actualmente tienen cuatro líneas de ropa (incluyendo una masculina). Se les fue otorgado el premio Puro Diseño en Indumentaria en el 2006 y tienen su local en República de la India y Libertador. Sus prendas se caracterizan por ser generalmente monocromáticas y de estructura intrincada…
¿Qué los influencia a la hora de preparar una nueva colección?
E.B.: Nuestras prendas, además de tener una inspiración distinta cada temporada, tienen que ser pura y netamente funcionales. No hacemos ropa que no se pueda poner, no sea cómoda, no tenga uso o no dure. La idea general de marca tiene que ver con nuestro interés por la Bauhaus.
En la primera colección estuvimos viendo el laburo de Lucio Fontana, un artista argentino. En otra ocasión mezclamos sastrería masculina con ropa deportiva. Fusionamos el trabajo de Cecil Beaton, un fotógrafo británico de divas de los años cuarenta, con la música de Joy Division, una banda de rock de finales de los setenta. También integramos el concepto de las muñecas japonesas kokeshi con el arte pop de Roy Lichtenstein. Siempre agarramos dos o tres temas y los empezamos a unir.
Nos gusta mucho la geometría y en la última temporada trabajamos sólo con el rombo: su descomposición y como se aplica a cortes en la ropa. Eso te da formas y volúmenes. No hay otro tema en la colección.
Con el tiempo parece que la geometría se convirtió en su marca registrada…
E.B.: Es que no podemos pensar sin ella. Más allá de los temas que elegimos para inspirarnos en cada colección, en la construcción de las prendas está siempre presente la geometría. Lo que nos influencia se vuelca en las prendas y en estampas, pero siempre de manera abstracta. No nos gusta ni nos interesa que la inspiración se lea literalmente. En esta última colección, con el tema del rombo, llegamos a una abstracción total.
¿Cuál es el rol de la arquitectura en sus diseños?
E.B.: Yo soy muy vago para estudiar, pero me hubiera encantado seguir arquitectura. Lo que dice Oscar Niemeyer, por ejemplo, uno de los arquitectos que diseñó Brasilia, me emociona mucho. También escucharlo hablar a Clorindo Testa. Me paro en la Biblioteca Nacional y no lo puedo creer. En ese tipo de cosas hay un quiebre muy grande en cuanto a diseño, funcionalidad y pensamiento. Eso lo toma la Bauhaus también. Hoy no hay nada más moderno que lo que se pensaba en esa disciplina en los años veinte y treinta. La tecnología y la electrónica sí evolucionaron, pero conceptualmente no hay nada más. Esos pibes son un hito y a mí me flashea que alguien en esa época haya pensado de esa manera.
Hubo una colección que nos inspiramos en el art decó. Pasamos por una casa en Parque Chas que pertenecía a ese estilo. Nos gustaron las rejas y la construcción y pensamos como se podía volcar a las prendas. Así es como nos inspira la arquitectura y Buenos Aires es muy útil en ese sentido.
¿Qué relación encontrás entre moda y arte?
E.B.: Nosotros no hacemos ropa para que sea arte. Tampoco creo que pueda llegar a ser eso, porque para mí la moda es algo que tiene que ser funcional. Si a eso se le puede agregar un valor original, que tenga que ver con una inspiración y un pensamiento detrás, deja de ser una mera prenda para vestirte y se convierte en algo más pensado. Yo no me creo un artista. Lo que hago lo veo más relacionado a la arquitectura. El arte sale de una reacción impulsiva y lo nuestro es más pensado. Queremos prendas funcionales, pero que no sean comunes.
¿Cómo ves el diseño local?
E.B.: Acá se piensa que todo lo que está en Palermo es diseño y no es así. Con un poco de información, te das cuenta de que hay mucha copia. En Argentina hay quince diseñadores que hace años venimos trabajando con un concepto y una identidad. Es difícil sostenerlo cuando el mercado no acompaña y las condiciones del país no te ayudan a desarrollarlo. Es muy poca la gente que valora y paga lo que hacemos. No interesa mucho.
El que nos consume no está comprando sólo una remera, está comprando un Kostüme. La gente no tira prendas de varias temporadas atrás, porque sabe cuál es el concepto bajo el cual fueron creadas. Lo que más nos satisface de esto es cuando alguien entiende qué es lo que estás haciendo.
En Argentina es muy difícil que se entienda la palabra diseño. Se trata de algo con un pensamiento atrás. Me parece una lástima que haya diseñadores que no se puedan potenciar por un tema de mercado. Ejemplos son Cecilia Gadea, Pablo Ramírez, Churba, Trosman, Cora Groppo, entre otros. Son reconocibles por su estética. Tienen un pensamiento claro, saben lo que quieren. Se ve que en cada colección plasman lo que piensan, más allá de las tendencias. Eso también tiene que ver con una cuestión generacional: todos tenemos más o menos la misma edad.
Ahora nosotros, por todos estos temas, estamos buscando mercado afuera. En Berlín o Tokio veíamos chicas en la calle y pensábamos que las podíamos vestir. Acá no nos pasa mucho eso. Sobre todo por el concepto que hay acá de que lo que es caro tiene que brillar y lo nuestro no es así. Hay ideas muy arraigadas en cuanto al gusto de la gente. No está mal, es algo muy latino. Lo nuestro es más frío, europeo. De todas maneras, es lo que nos gusta y estamos decididos a hacer eso.
Los diseñadores que nombraste protagonizan la BAF año tras año. ¿Te parece que dicho evento muestra lo mejor de la moda local?
E.B.: No. Está bien como plataforma, porque es lo único que hay, pero estaría bueno que haya todavía más diseñadores. La BAF se empezó a potenciar después del 2001, cuando la gente se dio cuenta de que el diseño no se basaba en dos loquitos con ganas de hacer ropa, sino que hay un negocio atrás. En ese momento, las marcas más grandes se colgaron del evento y se lo comieron. Es lo mejor que hay en Argentina, pero podría ser mucho más. Además, todavía le falta para ser un evento comercial y estaría bueno que genere ventas. También hay un problema de fechas, lo ideal sería pegarla en enero o en junio a la semana de San Pablo, que es enorme y buenísima. La nuestra coincide con la de Nueva York, donde está todo el mundo y no vienen muchos compradores de afuera. Ahí hay un problema también estructural de industria: si se quiere telas para hacer el desfile en enero, tal vez todavía no entraron al país, porque en Argentina no hay una industria textil fuerte que te pueda proveer lo que se necesita.
¿Cómo fueron las colaboraciones con empresas más grandes?
E.B.: Trabajamos con Puma, Le Coq Sportif, Topper, Grupo Tapebicuá (una compañía forestal) y ahora estamos haciendo una línea con la marca de calzado Pony. Nos copa hacer eso. Si queremos manufacturar zapatillas, por una cuestión de volumen y esctructura no podemos hacerlas. Juntarnos con gente que tiene fábrica nos lo permite. Grupo Tapebicuá quiso utilizar su madera para hacer cosas con diseño. Entraron en nuestra puesta en escena, en nuestro desfile. Se pueden hacer muchas alianzas así, lo único que hace falta es tener una cabeza pensante. Algunos productos son para usar y otros son más conceptuales, como fue la madera. Hay firmas que quieren llegar a cierto consumidor y si no lo hacen a través de alguna marca en especial, no pueden.
¿Se trabaja distinto la línea masculina?
E.B.: Son colecciones más chicas y se labura con el mismo concepto que la femenina. De todas maneras, no hay tanto cambio de tipología colección a colección, porque el hombre es mucho más rígido para consumir, te pide pantalones que hiciste hace cuatro años, por ejemplo. Si algo les queda cómodo, no les gusta cambiarlo. Es más complicado, porque no se puede transgredir mucho.
¿Los hombres argentinos son transgresores en cuanto a la moda?
E.B.: Hay mucha tendencia, pero eso no es transgresión. Copiarse de lo que se hace en Londres, por ejemplo, puede ser innovador en Argentina, pero ya está hecho en otro lado. El hombre es más cuidadoso, aunque se viste bien y es elegante. Todo tiene que ver con un estándar de vida, eso es fundamental. No toda la gente puede estar pensando en qué ponerse. Acá hay un nicho, el ABC1, que es el único que puede tener en cuenta eso.