Ocho mujeres, ocho preguntas (2003)

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La temporada 2003 de la “Casona de los Olivera” empezó con una muestra de mujeres

Por Susanne Franz

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se inauguró en el Centro de Artes y Cultura “Casona de los Olivera” una exposición colectiva de ocho artistas mujeres. A primera vista no se detecta un hilo conductor: las artistas provienen de diferentes generaciones y sus modos de expresarse van de la escultura y la instalación pasando por objetos, fotografía y dibujos hasta la pintura.

Los aportes más interesantes son de Patricia Hakim (esculturas y objetos), Elsa Soibelman (pinturas) y Flavia Da Rin (fotos). En los trabajos de las tres se trata del cuerpo, la identificación y la identidad. Cada una propone objetivos perturbadores, muy personales, y los expresa de una manera estética y profesional.

Las fotos de Flavia Da Rin (nacida en 1978) juegan con la multiplicidad del ser y proponen cuestiones filosóficas y éticas. La fotógrafa misma es modelo de las constelaciones en tríadas que posan en varios escenarios diferentes. Da Rin, junto a sus clones, mira televisión, está acostada en la cama o sentada en el piso del baño. Llama la atención un esplendor celestial, un toque de kitsch, un silencio que se escucha y hace que estas fotografías transmitan una atmósfera densísima.

Las pinturas de Elsa Soibelman son verdaderamente escandalosas. Soibelman pinta cuerpos, en blanco y negro y gran formato, compuestos por ejemplode la cabeza de una mujer, el torso de un hombre, y hasta los brazos de otro cuerpo; es imposible determinar el género del resultado de semejante collage. Estas imágenes distorsionadas hablan de la presión de tener en claro la propia identificación en un mundo donde no todos cabemos en el esquema predeterminado y donde a veces se desdibujan los límites entre lo femenino y lo masculino.

Patricia Hakim trabaja con blisters, crea “envolturas” para partes del cuerpo como senos, narices, bocas y peras. Las multiplica a discreción para exponerlas en sus varias realizaciones, siempre sin contenido alguno. Las impresiones tomadas de modelos vivos adquieren vida propia; ya no importa que alguna vez hayan sido seres vivos los que inspiraron estas obras. Está impuesta la ley del mercado, de oferta y demanda. Quien no esté contenta con su cuerpo, que se haga implantar siliconas o se opere la nariz o la pera. El individualismo es lo que menos cuenta en el “mundo feliz” del plástico y el consumo.

La bella “Casona de los Olivera” dedica a casi cada una de las ocho artistas una sala propia para exponer sus obras, excepto a Laura Goicochea que muestra algunas pinturas pequeñas en una pared. ¿Qué son códigos de barra de la identidad? También los dibujos de Laura Davis y los retratos de Verónica Sanes dejan perplejos al espectador, mientras las pinturas de Jimena Fuertes despliegan un contenido sexual entre lo obvio y lo naïf.

Hay una obra muy original de Luján Funés, una obra de fuerte contenido crítico social: En la instalación “Los Caminantes” el piso de la sala está cubierto de suelas viejísimas. El visitante tiene que caminar por encima de ellas para llegar a una pared donde puede contemplar fotografías de personas sin rostro, haciendo colas interminables. Los que hemos sobrevivido el último año en la Argentina sabemos de inmediato lo que significan estas imágenes.

La muestra se puede visitar hasta el 13 de abril; vale la pena por la calidad de la exposición y también por el muy lindo entorno.

Foto:

Una obra de Patricia Hakim.

Publicado en “Argentinisches Tageblatt” el 5 de abril de 2003.

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