La esperanza como principio
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La Editorial de libros de cartón “Eloísa Cartonera” se presentó en el Club Alemán
Por Susanne Franz
Hay coloridos pósters colgando entre piadosas pinturas al óleo en las paredes del salón. Paneles y libros de cartón de tamaño enorme dividen el espacio en forma caprichosa, una gran mesa está cubierta con pilas de libros coloridos con tapas de cartón. Reina un ambiente activo y alegre éste lunes a la noche de la semana pasada en el Club Alemán a medida que, lentamente, se va colmando de público. Un grupo de gente sorprendentemente heterogénea para un ambiente tan refinado está recorriendo el lugar, conversando atentamente, mientras espera el comienzo del acto. Se observan vestimentas elegantes junto a remeras y zapatillas.
Hoy la Embajada Alemana en Buenos Aires presenta a la editorial de libros de cartón “Eloísa Cartonera”. “Eloísa Cartonera” fue fundada después de la crisis económica argentina a fines de 2001 por el escritor y poeta Washington Cucurto, quien entretanto ha logrado obtener un renombre con sus textos en parte provocativos, así como también con el proyecto editorial. En él eso no se percibe, hoy a la noche, incluso, vino con su pequeña hija, no como “Jefe”, sino simplemente como miembro de “su” Cooperativa Editorial.
A los recolectores de papel denominados cartoneros – generalmente familias enteras que después de la crisis ya no tenían ninguna otra posibilidad de vida – “Eloísa Cartonera” les compra cartón a precios más altos de lo que normalmente pueden lograr por su trabajo, y de este modo colabora en parte con ellos para atenuar el sufrimiento. Con el cartón se fabrican las tapas de sus libros, cada uno de ellos un ejemplar único pintado a mano. Esta idea la tuvo el artista Javier Barilaro, el segundo iniciador de “Eloísa Cartonera” a comienzos del 2002. Por lo general, el contenido de los libros está compuesto por textos breves de escritores jóvenes o poetas que aún no son demasiado conocidos y que ceden sus derechos a la editorial. Pero en “Eloísa Cartonera” publican también autores renombrados como César Aira o Alan Pauls, que apoyan este proyecto solidario.
Los textos los imprimen ellos mismos y los libros se encuadernan a mano. Hasta el momento ya han aparecido más de 200 títulos. Se venden por 3 a 10 Pesos en el pequeño negocio propio de la Editorial en el barrio de La Boca, en mercados o también en algunas librerías de Buenos Aires. “Eloísa Cartonera” también quiere llegar a lectores que tienen poco dinero y no pueden pagar los precios normales de los libros. Al aspecto social y ecológico de su trabajo se suma, por lo tanto, también la colaboración cultural. Siguiendo el ejemplo de “Eloísa Cartonera” ya han surgido más de 30 editoriales de libros de cartón en países latinoamericanos vecinos.
Los ingresos se reparten entre todos los colaboradores por partes iguales. Ahora, la Cooperativa quiere cultivar también en un pequeño terreno en Florencio Varela, aproximadamente a dos horas de ómnibus de la capital, sus propias frutas y verduras. “Queremos acercarnos más a la tierra”, acota Washington Cucurto.
El proyecto “Eloísa Cartonera” es sin fines de lucro, y eso se siente. A ninguno de ellos les importa ni la fama ni la riqueza. Por supuesto que les gustaría estar representados en la Feria del Libro de Francfort en octubre, donde la Argentina es el país invitado. Al fin y al cabo, “Eloísa Cartonera” es un proyecto exepcional de la cultura argentina, que ha creado algo memorable e impresionante por fuera de las vías normales de producción de las editoriales: es original, creativo, exigente, solidario, sustentable, ecológico, profundamente democrático – y, como si eso fuera poco, también lindo y económico.
“Acabo de darme cuenta de algo”, dice Rodolfo Caffaro Kramer, Presidente del Club Alemán, en su discurso de bienvenida. “Depende de la actitud, cómo se maneja una crisis. ‘Eloísa Cartonera’ ha elegido una actitud positiva y así se ha ayudado no sólo a sí misma, sino que también ha colaborado para lograr una sociedad más solidaria y más sensible.”
La Condesa Finckenstein, Agregada Cultural de la Embajada Alemana en Buenos Aires, compara la historia de la editorial de libros de cartón con el cuento del Barón Münchhausen, quien habría logrado salir del pantano, tirando de su propia cabellera. “Justamente es eso lo que ‘Eloísa Cartonera’ también hizo”, dice Finckenstein. “Sin lugar a duda, un proyecto de este tipo debe ser apoyado.”
En el marco de la velada, dos autores alemanes leen textos breves de sus libros publicados por “Eloísa Cartonera”. El escritor Klaus Stadtmüller, que vive en Buenos Aires, presenta de su obra “50 x Buenos Aires – Mit fremdem Blick” (50 veces Buenos Aires – Con mirada de extranjero) un párrafo adecuado sobre los desperdicios y la ciudad. Toma luego la palabra la estudiante alemana Verena Böhme, que junto con otros estudiantes de Augsburgo ha publicado la guía turística bilingüe “Buena Onda – ein Guide für deutsche Studenten in Buenos Aires” (Buena Onda – una guía para estudiantes alemanes en Buenos Aires). La segunda parte ya estaría en proceso de elaboración, anuncia Verena.
Tras presentar una entretenida película documental de 7 minutos de duración sobre el trabajo de “Eloísa Cartonera” y una breve alocución de Miriam, colaboradora de “Eloísa”, que en su momento también fue cartonera y que a través de la editorial llegó a la lectura y luego consiguió un empleo, un dúo de tango toca en vivo, mientras los presentes conversan, deleitándose con bocaditos y bebidas. Sin duda, las pilas de libros en el colorido “stand” de la editorial de libros de cartón se han reducido considerablemente. Los invitados han aprovechado esta gran oportunidad, y para conseguir buena literatura no tuvieron que gastar mucho ni debieron arrastrar a sus casas pesados libracos. No cabe duda: En la Feria del Libro de Francfort, “Eloísa Cartonera” tendría un éxito increíble.
Fotos de arriba hacia abajo:
Las tapas coloridas, originales y creativas.
El grupo de “Eloísa Cartonera”, en el centro, su fundador, Washington Cucurto.
La Condesa Finckenstein ayuda personalmente con la decoración de la sala.
(Fotos: Club Alemán)