Cosmos interior y exterior (2000)

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Ernesto Pesce expone en el Centro Cultural Recoleta

Por Susanne Franz

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En la “Serie cósmica”, foco principal de su creación artística desde más o menos 1990, Ernesto Pesce representa lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño. Contrapone la inmensidad del universo, del cual se siguen revelando secretos gracias a telescopios cada vez mejores, con los descubrimientos de la física cuántica, que avanza “hacia adentro” hasta la estructura misma de los átomos y llega a profundidades igual de inmensas que los astrónomos “hacia afuera”. En este contexto, una gran pregunta para Pesce es si no existen otras dimensiones escondidas, imposibles de detectar para el hombre prisionero de sus límites tridimensionales. El artista no obstante advierte que incluso la ciencia admite la existencia de sabidurías antiquísimas, como la del budismo Zen, que atraviesan otras dimensiones y que siempre las han comprendido.

“El hombre es un secreto, igual que el cosmos”, dice Pesce. “Hacia adentro somos infinitamente complejos, abundan las posibilidades, pero si contemplamos nuestro planeta en relación con el universo, somos menos que nada.” Al igual que Sartre, ve la humanidad como un cometa que brilla fugazmente en el firmamento de la existencia para desaparecer después.

“Me gusta la idea de trabajar con las más diversas técnicas.” Así explica el artista la gran cantidad de métodos diferentes en la muestra. En las acuarelas, litografías, objetos, cajas y pinturas se encuentran símbolos del zodíaco, signos de la física cuántica, el cielo por encima de Buenos Aires… “Creo que cada hombre tiene un lugar al que pertenece.” Pesce no está de acuerdo con la idea de la globalización y el desarraigo que parece caracterizar a los hombres modernos. Porque los ve en sus dimensiones cósmicas.

Publicado en “Argentinisches Tageblatt” del 11 de noviembre de 2000.

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