El libro como objeto de creación y memoria

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La exposición “La vida judía en Argentina” en el Museo Judío de Berlín

Por Katharina Köhler

Desde el 23 de julio se puede visitar la exposición “La vida judía en Argentina y su aporte al Bicentenario” en la capital alemana, evento organizado por COFRA, Comité Organizador para la Participación de Argentina en la Feria del Libro Frankfurt 2010, perteneciente al Ministerio de Relaciones Exterior, Comercio Internacional y Culto, en trabajo conjunto con la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) y la Embajada Argentina en Alemania.

El 18 de julio de 1994 explotó en el centro de Buenos Aires una autobomba contra el edificio de la AMIA. En este atentado, atribuido a Hisbollah y extremistas argentinos, murieron 85 personas, más de 300 resultaron gravemente heridos y fue destruida una de las bibliotecas judías más importantes. Ella albergaba manuscritos y libros en yiddish y hebreo muy valiosos, entre los cuales se encontraban textos rescatados hace 50 años, antes de que los nazis los destruyeran, y eran considerados testimonios de la cultura judía aniquilada de Europa del Este. El acto terrorista destruyó, además, el archivo central de la inmigración judía a Argentina y Latinoamérica y, con ello, una base muy importante de la historiografía judía-latinoamericana.

Por eso, no sorprende que el libro como objeto de creación y memoria haya sido elegido por los curadores Elio Kapszuk y Ana E. Weinstein como el leitmotiv de la exposición sobre la Argentina judía. La cultura de la memoria es el foco de la instalación: con una perspectiva judío-argentina, se remite al Museo Judío de Berlín, a obras como la de Micha Ullman “Denkmal zur Erinnerung an die Bücherverbrennung” (“Monumento a la memoria de la quema de libros”) o la de Gunter Demnig “Stolpersteine” (literalmente “escollos”, aunque son conocidos en lengua alemana; consisten en placas recordatorias incrustadas en las veredas berlinesas que conmemoran a los judíos deportados a los campos de concentración) y su fin es garantizar la memoria al holocausto, a la dictadura militar, al atentando a la AMIA, pero también reconocer el aporte de la colectividad judía en el desarrollo de la nación y sociedad argentina.

En el centro de la instalación se encuentra “La librería de la memoria”: sobre cinco sillares dispersos en el espacio yacen numerosos libros, cuyo contenido es idéntico. Solo la contratapa ofrece información. En estos libros, se cuenta la biografía de 200 personalidades judío-argentinas. Por medio de ello, se relata la historia de Argentina y, al mismo tiempo, se destaca la contribución de estos hombres para el desarrollo y la identidad del país. Entre otras, están las biografías del director de orquesta y compositor Daniel Barenboim, el futbolista Juan Pablo Sorín, el guitarrista David Lebón y Alberto Gerchunoff, autor de Los gauchos judíos. Los asistentes serán invitados a tomar con sus manos los libros, leerlos y así comprender la influencia de los judíos argentinos en la vida social en el pasado y la actualidad.

Otra de las instalaciones consiste de tres columnas de libros que van del piso al techo. Con citas del Talmud, estas columnas de libros sostienen el museo simbólicamente. En cada libro aparece la siguiente cita en inglés, alemán y español: “Sin memoria todo se derrumba”. Así, los libros son los sostenes de la identidad y la memoria.

La “Biblioteca subterránea II” remite directamente a la obra de Ullman, monumento a la quema de libros que se encuentra en el Bebelplatz de Berlín. En la actual exposición, esos estantes irrevocablemente vacíos que podrían albergar 20.000 títulos, los cuales fueron quemados el 10 de mayo de 1933, ahora están repletos de libros, como símbolo del renacimiento de la literatura judía, incluso en Argentina.

La instalación “Senderos de la memoria” pone en relación la memoria del Holocausto con acontecimientos de la historia reciente argentina muy delicados para los judíos, como el atentado de la AMIA. Las Stolpersteine berlinesas en memoria de las víctimas del Nazismo se encuentran al lado de las plaquetas conmemoratorias de los “desaparecidos” durante la dictadura militar, las cuales fueron colocadas en Buenos Aires en los lugares donde esas personas trabajaban o vivían, o fueron secuestradas. Al lado, hay 85 plaquetas que recuerdan las víctimas del atentado a la AMIA, las cuales fueron empotradas en 1999 sobre la calle Pasteur, sitio donde se encontraba la mutual. También decoraron la pared de la sala con la famosa cita de Heinrich Heine “ahí en donde se queman libros, también se terminan quemando personas”; hecho caracterizado por el poeta 100 años antes de la quema de libros como una “acción contra el espíritu no-alemán”. Las instalaciones están acompañadas por una pantalla donde se proyectan 25 filmes que muestran y contextualizan la vida y la cultura judía en Argentina desde distintas perspectivas. Por ejemplo, el film “18 J” refleja la fragilidad de la convivencia judío-argentina a diez años del atentado terrorista de 1994.

Los judíos argentinos son hoy, en el año del Bicentenario, un componente indiscutible de la sociedad pluralista y democrática de Argentina y son la colectividad judía más grande de Latinoamérica. Después de Nueva York, Buenos Aires es la ciudad con más población judía fuera de Israel.

La exposición se puede visitar desde el 23 de julio hasta el 10 de octubre de 2010 en la Eric F. Ross Gallery, situada en el Libeskindbau, Berlin. Más información en los siguientes números: 00-49-(0)30-25-993-434 , 00-49-(0)30-25-993-434 o en Internet.

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