Un viaje muy personal

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Alan Pauls nos cuenta sobre su estadía en Berlín, en el marco del Proyecto Rayuela

Por Jürgen Ramspeck

¿Cielo o infierno? En el marco del proyecto Rayuela, cinco autores de habla alemana vivieron en Argentina por un período de cuatro semanas, mientras que cinco escritores argentinos viajaron a Alemania. En el diario de viajes de los escritores figuran tanto cuestiones banales –sus primeras experiencias en el supermercado– como reflexiones sobre la sociedad y sus pasiones. Quien emprendió el viaje más personal fue el argentino Alan Pauls. Estuvo viviendo durante septiembre y octubre en Berlín, ciudad que su padre abandonó con 6 años en 1939 para ir a Argentina. Durante un paseo por St. Matthäus-Friedhof, un cementerio burgués del siglo XIX, Pauls escribe en su diario: “es la primera vez que me entristece en serio, físicamente, haber cremado a mi padre: no tener la posibilidad de inventar algún ritual singular, de uno a uno, con lo que hubiera quedado de él”. En la entrevista, el autor de 51 años habla sobre este viaje temporal a su pasado.

JR: Alan Pauls, ¿cuál fue la primera sensación una vez que llegó a Berlín?

Pauls: Una gran familiaridad. Yo no conocía prácticamente Berlín, había estado aquí el año pasado dos días y me había impresionado mucho la ciudad ya en ese momento. Decidí volver más tiempo y, cuando volví, me encontré con una ciudad que, por supuesto, me era totalmente desconocida, por un lado, en el sentido geográfico, digamos práctico. Y, por el otro, sentí un bienestar, como si me pudiera mover con una comodidad, una libertad, con una falta de presión, muy raras en una ciudad desconocida. En general, cuando uno viaja a una ciudad desconocida, la ciudad ejerce una especie de presión sobre el viajero. Y aquí me parece que me moví rápidamente con mucha libertad. Tenía una bicicleta, eso es fundamental para estar en Berlín, pero creo que había algo de esa ciudad que, de algún modo, ya existía en mí, incluso antes de poner los pies en Berlín. Siempre tuve una relación muy fuerte con la cultura alemana, con la literatura alemana. Siempre tuve una relación muy fuerte con el cine alemán, principalmente con el cine alemán de los años sesenta, setenta y ochenta.

JR: ¿Qué significado tiene este viaje para Usted?

Pauls: Berlín era la última deuda pendiente. Tal vez tuve que pagar un precio muy alto para esa deuda. Esa deuda fue la muerte de mi padre. Yo vine a Berlín el año pasado, una semana después de que él se muriera en Buenos Aires.

JR: ¿Siente que heredó alguna característica de su padre que pudiera ser caracterizar como “típicamente alemana” y que la descubrió en este viaje?

Pauls: Bueno, digamos que siempre fui bastante ordenado, siempre fui muy racional, siempre me interesó el pensamiento como lógica, como sistema, como maquinaria. Todas cosas que se podrían atribuir a un cierto espíritu alemán. No sé muy bien si eran características de mi padre. Sí, me parece que hay una cierta afinidad entre un espíritu sistemático y mi propia personalidad.

JR: Su padre nunca se nacionalizó como argentino. ¿Cuándo uno nace en una familia tan “internacional”, la nacionalidad tiene alguna importancia?

Pauls: Bueno, la nacionalidad tiene cierta importancia. Lo bueno de tener dos nacionalidades es que una relativiza a la otra. Entonces, uno nunca se siente plenamente nada. Y yo creo que eso es muy bueno, muy positivo, ¿no? Porque para mí, argentino, toda identidad plena, homogénea, orgullosa de si, representa un cierto grado de peligro. Cada vez que mi país, Argentina, ha proclamado su identidad con plenitud y con orgullo, ha sido generalmente bajo dictaduras militares y siempre me pareció como sinónimo de algo que podríamos llamar “fascismo” o una sociedad más o menos represiva. Por ende, lo bueno de tener dos nacionalidades o dos sangres es que se neutraliza cierta tendencia natural que tienen las identidades a imponerse sobre otras. Uno queda en una especie de limbo, de terreno intermedio, donde creo que uno es más libre.

  • Alan Pauls, nació en 1959, fue galardonado con el Premio Herralde por su novela “El pasado”, que fue llevada al cine en 2007.

Foto:

Alan Pauls.
(Foto: Jürgen Ramspeck)

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