Una cacería de arte en la febril Entre Ríos

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La novela Salvatierra del escritor argentino Pedro Mairal

Por Nils Witte

¿Qué pasaría si en lugar de llevar un diario escrito se llevara un diario de imágenes? Juan Salvatierra lo hizo. El protagonista de la novela Salvatierra de Pedro Mairal, recién traducida al alemán, quedó mudo a los nueve años tras sufrir un accidente a caballo. A partir de los veinte años decidió pintar todos los días de su vida. Cuando murió, dejó como legado 4000 metros de lienzo. Cuatro mil metros sobre los que en parte documentó su vida, otro tanto la reinventó fantaseando.

Su hijo Miguel, el narrador en primera persona, viaja al pueblo que vio nacer a Salvatierra, a orillas del Río Uruguay. Quiere rescatar la obra para la posteridad. Durante el trabajo de documentación, descubre un hueco: falta el lienzo del año 1961. Miguel empieza a buscar a los amigos de Salvatierra de ese entonces que podrían saber algo sobre las pinturas. Pero algunos murieron, otros padecen demencia senil y otros desaparecieron en el río.

Cuanto más difícil se vuelve la pesquisa de los lienzos faltantes, tanto más importante le parecen a Miguel, puesto que la obra completa de su padre no es una mera secuencia de cuadros, sino que era un flujo continuo de imágenes semejante a los emaki japoneses. El encuentro con la secuencia de imágenes que representa la obra de Salvatierra le permite al narrador en primera persona conocer de nuevo a su padre. Es así como esa imagen del empleado de correo mudo, que parecía ser Salvatierra, cada vez más se evidencia superficial y falsa.

“Me gusta la idea de la vida entera. La idea de que la totalidad signifique algo sobre lo que su creador no había pensado”, dice el autor Pedro Mairal, fascinado por la figura de Salvatierra, y se remite al cuento de Borges “El hacedor”: “En este cuento, el prisionero pinta el mundo y, justo antes de morir, encuentra las líneas de su pintura en las arrugas de su cara”.

Para escribir la novela, el escritor galardonado con el Premio Clarín en el año 1998 se inspiró en un artículo sobre el artista Jackson Pollock: “Un día Pollock no pudo pintar más. Salvatierra es lo opuesto, nunca se bloqueaba”. El estilo de Salvatierra se diferencia claramente del que practicaba Pollock. Su pintura supone un nuevo género intermedio entre el arte naïf y el art brut, asemejándose así a su creador, que no es fácil de clasificar entre un “sencillo hombre de pueblo” y un “artista genial”.

Como lector, uno lo puede descubrir poniéndose en la piel del narrador Miguel en la búsqueda detectivesca. Mairal logra transmitir magistralmente el ambiente febril del verano entrerriano. La historia es una mezcla de los casos del comisario Maigret y las aventuras de Tom Sawyer en el Mississippi.

Uno casi lamenta que Pedro Mairal deje tanto espacio para que el lector desarrolle las profundidades de la novela por su cuenta. El autor replica: “Me gustan libros breves. Libros que se expandan en la mente del lector”.

Foto:

Pedro Mairal.
(Foto: Clara Muschietti)

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