Sintesis de teoría y práctica (2003)
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La obra de la artista alemana Edith Matzen Hirsch
Por Susanne Franz
Aunque tenga formación de pintora, lo que más le gusta es crear grabados, objetos y libros de artista. A pesar de que es una pensadora analítica, es muy importante para ella cómo se siente el material con el que produce sus obras. Aunque sea minimalista, posee un enorme potencial de sentimientos que reduce a lo esencial. Nació y creció en Alemania, pero desde hace más de 50 años vive en la Argentina.
La artista Edith Matzen Hirsch nació en 1938 en Bollingstedt, un pequeño lugar en Schleswig-Holstein. En 1950, cuando tenía 11 años, emigró con sus padres a la Argentina. Hoy en día considera que aquí está su hogar, aunque antes de llegar, tuvo que emprender varios viajes más. Así fue que sus hijos Daniel Luis y Marion Ruth nacieron en 1973 y 1975 en Suiza. La familia regresó a la Argentina definitivamente recién en el año 1978.
En ese año, Edith también comenzó a estudiar pintura. Tomó clases durante un año con Cristina Dartiguelongue y Eduardo Serna, pero en realidad fue el Maestro Aníbal Carreño, con quien estudió entre 1980 y 1984, quien le “abrió los ojos”, como cuenta ella. Se dio cuenta de que le faltaban conocimientos fundamentales, y sintió la necesidad de llenar esos huecos. A pesar de que sus hijos aún eran chicos, Edith terminó el bachillerato en una escuela nocturna y luego cursó los estudios de Arte en la “Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón”, que finalizó en 1989 con el título de “Profesora”. Asimismo, hace dos años, en 2001, hizo su licenciatura en el IUNA.
Ni bien finalizó sus estudios de arte, Edith Matzen Hirsch fundó en 1989 el Instituto de Arte y Cultura “Cromos” en Belgrano, donde junto a un equipo de profesores altamente calificados se dedica al perfeccionamiento de artistas. “Hay muchos que buscan un nuevo comienzo”, explica. “Para ellos, los mejores profesores no son lo suficientemente buenos”, es la conclusión de su propia experiencia durante sus estudios. En Cromos se ofrecen, además de talleres de escultura, grabado, pintura/dibujo, también historia del arte, nuevas tecnologías, diseño digital para la presentación artística, así como análisis de obras y talleres de escritura para artistas. Además, tienen su lugar la música y la moda.
¡Tanta energía y tanto trabajo! ¿Cómo lo logra? “Es más fácil trabajar para otros que para mí misma”, explica Edith. No obstante, siempre se encuentra en un proceso creativo interior. Su propia producción artística consiste en trabajar en series. Comienza a interesarse por un tema, “se aferra” a él, empieza a jugar y va tanteando el método que considera el más apropiado para expresar lo que le importa. Su deseo es unir el proceso interior de pensamiento y sentimientos con la forma externa, así como también el material y el método.
La obra de Edith Matzen Hirsch tiene mucho que ver con su propia historia. Eso significa, entre otras cosas, el hecho de tener un nuevo hogar en el “extranjero”, y, partiendo de este punto, determinar lo que para ella significa ser alemana. “Yo soy cien por ciento alemana”, se caracteriza a sí misma, “y nunca intenté ser lo que no soy.”
¿Puedo estar orgullosa de ser alemana? ¿Qué les transmito a mis hijos? ¿Qué aspectos de esa identidad me corresponden a mí?, se preguntaba Edith, y se cristalizaron ideas que han tenido influencia en su obra. Así, por ejemplo, define: “La música y la literatura (de Alemania) me pertenecen.”
Es lógico entonces que el proceso artístico de Edith haya comenzado con un poema de Goethe: “Ich ging im Walde so für mich hin / Nach nichts zu suchen, stand mein Sinn, …”. Goethe se refiere en el poema a una flor que es extraída de la tierra junto con las raíces y plantada en el propio jardín. Edith utiliza las palabras de Goethe como paradigma para el trasplante de una identidad cultural a otro ambiente. “El suelo tiene que ser bueno, sino uno muere”, acota. Imprime el poema en papel hecho a mano, circula una palabra en el texto – “Wurzeln”, y escribe la traducción con lápiz en el margen: “raíces”.
De manera minimalista y delicada se tematiza el propio desarraigo, y simultáneamente se produce una ampliación a problemáticas universales: la emigración, la expulsión, los perseguidos políticos, los refugiados económicos y el mundo globalizado en el que desaparecen conceptos acogedores tales como “hogar”.
Edith Matzen Hirsch es una artista conceptual, en cuya obra el material mismo contiene el sentido. Se unen la centenaria palabra del gran poeta alemán, la importancia de Goethe como genio universal y origen de una identidad “alemana” de lo más diversa; la escritura; el papel sensible y de confección propia; y la traducción justamente de esta palabra esencial. Concepto y Método constituyen una unidad en la obra de Edith Matzen Hirsch.
El libre albedrío versus la predestinación son otro tema en la obra de Matzen Hirsch. En un viejo mapa de Schleswig-Holstein, impreso sobre papel hecho a mano, se encuentra la huella digital de Edith. “También yo soy una técnica mixta”, bromea Edith. En las obras de la serie empiezan a aparecer el puerto de inmigrantes de Hamburgo, y planos de la ciudad del Hamburgo nuevo y viejo, siempre con su huella digital. Aparecen barquitos sueltos que simbolizan el viaje de la vida, la evolución continua del hombre. “Estar en movimiento significa aprender”, dice Edith. La serie sigue con la llegada a la nueva sociedad: ahora son planos de Buenos Aires en las que figura la huella digital de Edith. Representa a las generaciones de emigrantes e inmigrantes, a la despedida y el arribo, a lo perdido y lo ganado. Es símbolo de aquello que está determinado en el hombre y de su libertad.
Sigue su trabajo con cajas. Para Edith son como libros conceptuales. Como siempre, trabaja en series. Por ejemplo, para el tema “Coincidencia y estrategias”, utiliza piezas de ajedrez y dados. “Muchas cosas están determinadas por factores externos”, acota Edith, “no todo se puede elegir, los dados caen.” Simultáneamente, aparecen muchos elementos de su niñez. Ese aspecto lúdico se hace notar otra vez en el uso de los fósforos en su serie “Testigos silenciosos”.
En esculturas de mármol de Carrara –al igual que con todo material nuevo, Edith aprende primero cómo se trabaja el mármol – crea espirales: símbolos para el tiempo, que pasa a ser un tema central de su trabajo artística. Luego surgen sobre esta temática libros de artista de gran fuerza estética.
Un elemento reiterado en la obra de Matzen Hirsch es el pájaro. La serie comienza con grabados de un pichón que chilla en un nido. Delante de esa imágen aumentada a gran tamaño, Edith coloca una reja, de manera que el pichoncito parece encerrado y entregado y, por lo tanto, incluso más desvalido. Estas obras, basadas originalmente en una idea ecológica, son tan desgarradoras que asustan a la mismísima Edith. “A veces, cuando una está inmersa en el proceso creativo, no es consciente de las consecuencias”, comenta.
En obras más recientes, la reja se abre y empieza un proceso de liberación. En la actualidad, Edith pinta obras con pájaros que se elevan y que contemplan las cosas desde arriba. Incluso es cuidadosa con los marcos de estos cuadros: Son de acrílico transparente y no tienen borde. Ella no quiere volver a encerrar a los pájaros libres de ninguna manera.
La cabeza guía a la mano, que sostiene la herramienta con la cual se crea la obra de arte. En la cabeza hay sentimientos, pensamientos, y también recuerdos, que son disparadores del proceso creativo. Lo que mejor define al arte de Edith Matzen Hirsch es su búsqueda de la unidad de teoría y práctica, de ciencia y arte.
“Quiero ser auténtica y fiel a mí misma”, explica Edith. En sus obras, sin embargo, se retrae por completo. Estas obras, aunque surjan de lo profundamente personal, siempre trascienden a lo esencial, y logran, por ese motivo, describir estados y procesos vigentes para todos.
Publicado en “Argentinisches Tageblatt” el 18.10.2003.