El Principio Potosí en Berlín

La exposición El Principio Potosí: ¿cómo podemos cantar el canto del Señor en tierra ajena? corre por estos días en Haus der Kulturen der Welt, Berlín

Por Tomás Bartoletti

La fe cristiana es a la especulación financiera como al trabajo en negro la colonización española de América. La exposición El Principio Potosí: ¿cómo podemos cantar el canto del Señor en tierra ajena?, bajo la curaduría de Alice Creischer y Andreas Siekmann (Ex-Argentina), además de Max Jorge Hinderer, corre por estos días en Haus der Kulturen der Welt, Berlín. Apenas uno ingresa a la sala, acomete la pregunta de por dónde empezar. La necesidad de ordenar un recorrido se rinde instantáneamente al manual de 42 páginas que nos dan con la entrada. Y el “recorrido”, por así llamarlo, consta de cuatro etapas repartidas en 32 obras (instalaciones, proyecciones, pinturas, audios, documentos). Las etapas repiten y superponen las obras tramando un relato con estos ejes: “Existe una acumulación originaria que sólo se llama así”, “Existen los derechos humanos para tener derechos sobre los humanos”, “¿Cómo podemos cantar el canto ajeno en la Tierra del Señor?” y “Mundo al revés”.

Aunque el recorrido evita una cronología dura, basándose en relaciones conceptuales y simbólicas, se puede desgajar una temporalidad que es significativa para entender porqué se evoca como principio la explotación de la Colonia en Potosí y se enfatiza una continuidad por otros medios en la actualidad. Las primeras tres estaciones, como otras que seguirán, presentan pinturas del barroco hispanoamericano, el arte producido por la Iglesia en las colonias americanas, cuyas imágenes plasman un orden del mundo (a favor de la dominación española) inspirando terror (con la amenaza del Infierno). El último paso del recorrido, en tanto, es la proyección oculta (para poder verla, el asistente debe levantar una hoja en blanco y colocarla delante del proyector) que muestra obreros de Dubai, cientos de obreros que salen de las construcciones fastuosas del emirato árabe.

Este desplazamiento del tiempo y el espacio (de la Bolivia virreinal al Dubai hipermodernista), de los medios y materiales (pintura colectiva, video testimonial), de las fuentes e instituciones (la Iglesia, Internet) explicita un desarrollo del arte, claro, pero también cómo se transforma el rol de sus medios simbólicos, pasando de instrumentos de dominación a manifestaciones de denuncia. Este sentido estructura la muestra El Principio Potosí: delatar la acumulación originaria del capitalismo en la periferia (que no es más que todo el sustento del capitalismo) desde la Colonia a nuestros días, y los símbolos que sostuvieron dicho proceso.

El ambicioso despliegue de la curaduría hizo partícipe a artistas de todos lados, de Bolivia a Rusia, de España a China. Los artistas argentinos son León Ferrari y Eduardo Molinari. Y, si bien todas las obras expuestas remiten de algún u otro modo al concepto de acumulación originaria y su efecto globalizante, los aportes de los argentinos, en especial la instalación de Molinari, funcionan como obra nodal en El Principio Potosí.

En “Los niños de la soja”, Molinari toma la “Imposición de la Casulla a San Ildefonso” (la versión potosina) y realiza un paralelismo centrífugo con su Archivo Caminante por la provincia de Santa Fe. Las fotografías, collages, dibujos, máquinas de lavar y una caja registradora denuncian la situación violenta y desoladora que viven los habitantes de la así llamada Patria sojera, en particular los niños explotados a merced de los químicos cancerígenos de fertilizantes y pesticidas. No solo eso. Las imágenes reconstruyen el relato histórico (la economía de Martínez de Hoz, el 2008 del “conflicto con el campo”) y el consecuente saqueo de la naturaleza que caracteriza a esta región. Así, la pintura potosina encuentra su ceca transplantada, actualizada y desperdigada en los paneles que la rodean. La elección de la “Imposición…” es justificada por Molinari, debido a la particular similitud entre los “yuyitos” tamaño de hombre de esta pintura y su propia experiencia corporal en los campos de la soja. Esta instalación funciona de encrucijada entre el arte colonial y las intervenciones contemporáneas, entre el pasado y lo persistente.

León Ferrari también participa con dos obras. Una es bastante conocida por las agresiones sufridas durante su exposición en el Centro Cultural Recoleta en diciembre de 2004, “Quinto Centenario de la Conquista” (1992), que evoca críticamente la enfermedad del descubrimiento de América. La otra fue realizada especialmente para El Principio Potosí. Invierte el sentido atemorizante y monstruoso del “Infierno” de Caquiviri, La Paz, obra que inaugura el recorrido, y le da felicidad interviniéndola con stickers de mariposas y flores. Esta es otra de las intenciones de El Principio Potosí: apropiarse de los símbolos y subvertir su sentido originario en pos de uno revelador.

Principio es el origen y el mecanismo que se inicia en una de las ciudades más pobladas del siglo XVII, Potosí. Que se reproduce aquí y allá, en las migraciones de trabajadores chinos o en la sobreexplotación y contaminación de recursos naturales en Huelva. Pero la exposición no se contenta con su función de denuncia, como si el arte hablara con las manos limpias. Los lavarropas de Molinari también cuestionan la institución arte e interpelan a los dispositivos museísticos que “purifican” los símbolos, especialmente en la Argentina de los 90, siendo funcionales a la dominación y expansión del capital con su despolitización.

Sin duda, El Principio Potosí es una exposición exigente para el público. Mantiene un diálogo complejo y diverso con distintos contextos históricos y medios artísticos. También es exigente consigo misma. Pues reunir semejantes obras implica no solo un esfuerzo poético excepcional, sino un presupuesto acorde. En Berlín, el centro político-cultural de la Europa actual, preguntarse por el origen de esta globalización tan alienante y su legitimación simbólica blanqueadora es un lujo necesario.

  • Haus der Kulturen der Welt
  • John-Foster-Dulles-Allee 10
  • Berlín
  • 08/10-02/01/2011
  • Mié-Lun y feriados 11 a 19 hs, martes cerrado
  • 01 y 02/12 cerrado
  • Visitas guiadas los fines de semana hasta 19/12: 15 hs

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