El secreto del recorte

Klicken Sie hier, um die deutsche Version zu lesen.

La artista alemana Kirsten Mosel vive hace un año en Argentina

Por Susanne Franz

Un poquito por aquí, otro poquito por allá. ¿Qué corto? ¿Qué dejo? La obra de la artista alemana Kirsten Mosel, que vive y trabaja hace un año en Argentina, pone en evidencia que estas preguntas banales pueden tener un sentido relevante. Un poquito por aquí, otro poquito por allá. Pero también se puede formular de otra manera: ¿Cómo hago para que mi forma nazca de algo que quedó de un recorte?

Hace ya una década, la artista abstracta Kirsten Mosel cambió el pincel por el cutter y trabaja con plásticos, fieltros, cinta adhesiva, pieles o gomas, materiales que pega directamente sobre la pared o sobre metal, madera, vidrio u otras superficies. Su búsqueda, su expresión artística, no se ha modificado, sólo usa otro lenguaje.

Del pincel al cutter, de la abstracción a la sustracción. ¿Cómo se llega a eso? Kirsten Mosel nació en 1962 en Braunschweig, donde estudió germanística, educación artística y desde 1990 pintura y gráfica en la Escuela de Bellas Artes de esa ciudad. Luego de una estadía becada por el DAAD en Roma, trabajó hasta 1997 en un atelier en Köln, tiempo en el que produjo pinturas abstractas. Entre 1997 y 2005, la artista hizo un cambio radical cuando se mudó a Las Palmas de Gran Canaria.

Kirsten vivía en una isla rodeada de mar azul, pero en donde muchos tenían piscinas en sus jardines. Motivada por el absurdo de esta cuenca de piscinas, surgió la serie azul “Piscinas”, en la que comenzó a pintar sobre lonas cubre camiones. Con stencil cubría partes de la lona y pintaba en serigrafía los espacios libres, luego cubría otras partes y así, hasta que la imagen estaba “terminada”, es decir, la que se correspondía con el concepto que había planeado. “Siempre intenté separar la figura y el fondo”, dice Mosel. Pero con el nuevo procedimiento de stencils su pintura se volvió más intensa, “como recortada”.

“En verdad, la intención no era pensar sobre las piscinas”, aclara Mosel. “Sólo las tomé como nexo para reflexionar sobre las superficies y el espacio”. Así como se podría reconocer rápidamente en sus obras las memorables líneas acuáticas de David Hockney, crecían hacia fuera y hacia dentro “cabezas” y otras formas desde las piscinas.

Este hito podría considerarse el nacimiento de las formas de Mosel. Desde entonces, la artista ha elaborado un repertorio muy amplio, que ha ido asimilando y que ha consolidado a través de su trabajo en series. Hoy remite a formas de su primera época, ya que “luego de una larga carrera como artista uno tiene derecho a recurrir a la propia obra”, agrega Mosel.

Nuevas formas, nuevas técnicas

Volvamos una vez más a Gran Canaria, al momento en que los protozoos del mundo de Mosel salieron del agua y empezaron a vivir. En ese tiempo, Kirsten Mosel ya formaba parte de las discusiones en la escena del arte contemporáneo en España, país en el que Antoni Tàpies, “padre de la abstracción moderna”, fijó las primeras tendencias. “Una lo toma como punto de referencia”, dice Kirsten Mosel. Explica, además, que los españoles interpretaron que su arte era “frío”, en comparación con el cálido informalismo de Tàpies.

Tápies enseña que la pintura es la adición de colores. “Pero yo hice algo opuesto”, dice Mosel. “Trabajé con formas positivas y negativas sobre un fondo prefabricado industrialmente. En mi obra, hay pintura, pero en la misma medida también está el fondo en el que ‘quedó pintado’ algo”. Lo pintado (positivo) y lo que quedó pintado (negativo) eran igual de importantes para Mosel. “También era importante lo que faltaba”, agrega la artista y, por eso, cuando describe estas obras, habla de “sustracción” en lugar de “abstracción”.

En algún punto, que Kirsten Mosel se haya liberado de la pintura tradicional fue una consecuencia inevitable de su trabajo con formas recortadas. Alrededor del año 2002, la artista se dio cuenta de que el recorte era la técnica ideal para su trabajo. “Cambié el cutter por el pincel”, dice Kirsten Mosel. “Ahora recorto mis formas y luego las pego sobre un fondo. Primero era metal o madera, porque al principio necesitaba un fondo fuerte que lo resistiera”. En estas nuevas obras, Mosel decidió tanto recortar y pegar las formas y mostrarlas “positivamente” como emplear procedimientos negativos, es decir, quitar algo de modo que la forma quede visible en el fondo.

Experimentó con nuevos materiales, como plásticos de publicidades, neoprene, cinta aislante, fieltros adhesivos o gomas y creó obras de gran tamaño con impresionantes formas orgánicas y claridad de colores. Con estas obras, Kirsten Mosel participó en 2003 de la muestra “Canarias Crea” en el Pabellón Villanueva, enfrente del Museo del Prado en Madrid. En 2004, Mosel tuvo el honor de representar a España en la Bienal de Arte de Dakar/Senegal.

Pero estas obras todavía eran “cuadros” en sentido clásico, objetos que se pueden colgar y descolgar. Luego, Kirsten Mosel comenzó a trabajar directamente sobre la pared. “Dejé el espacio tridimensional y pasé las formas a una situación espacial”, cuenta Mosel. El espacio clásico del cuadro plantea cierta protección, en un espacio “real” se debe accionar de acuerdo a las características del espacio, aclara la artista.

En el caso de las intervenciones llamadas “Líneas”, Mosel se muestra más radical. Estas líneas se tuercen en los rinconces, van hasta el techo, recorren el suelo, saltan puertas o enchufes, muebles que uno ya no percibe porque la mente pensó la línea en su longitud hasta el final. Una línea que se completa en la necesidad predeterminada neurológicamente de reunir una imagen a partir de miles de informaciones individuales, imagen que le hace creer al cerebro que existe un universo coherente.

En los finales de las líneas, con las que Mosel trabaja desde 2005, fueron saliendo también “cabezas” que hacen que las líneas se parezcan a enormes palos de golf. Quién sabe qué podrá salir de su interior.

Proyectos en Argentina

Actualmente, se pueden ver dos de estas intervenciones lineales en Buenos Aires y sus alrededores. Una fue inaugurada el 23 de junio en el 1º piso de la Universidad del Salvador (Marcelo T. de Alvear 1337). Estas “Líneas para la USAL” se podrán visitar hasta octubre. Las intervenciones que la artista obsequió a la USAL fueron aceptadas con entusiasmo por los estudiantes, recuerda Mosel sobre el día de la apertura. Los estudiantes de la universidad, que tiene un convenio con la Universität Passau en la carrera de Gestión cultural, hicieron preguntas inteligentes, uno de ellos comparó las líneas con notas musicales.

La intervención artística empieza en la escalera principal que los estudiantes utilizan para ir a su aula de seminarios en el primer piso, recorre el pasillo por ambos lados (también por el techo) y en la esquina continúa por otra pared. Donde se cruzan los dos recorridos surge un centro que muestra en su final cabezas de “palo de golf”. Puertas y otros detalles arquitectónicos también son parte de la intervención. “Voy con elementos reducidos a través del espacio creando un nuevo espacio”, así describe la artista los cambios del ambiente que logra con su obra.

Algo han sufrido las intervenciones estos meses, ya que la vida universitaria alrededor de la obra es alborotada: algunas partes del plástico negro que se fueron soltando se convirtieron en víctimas de la empleada de limpieza. Kirsten Mosel recuerda otro incidente: cuando en 2008 realizó con un intenso frío un enorme “Dotdrawing” en una estación de trenes en Hannover, Alemania, en el marco de una acción autorizada por el municipio, la misma noche el servicio de limpieza municipal lo quitó, pensando que se trataba de un graffiti. Por suerte, las horas de trabajo no fueron en vano. Kirsten había tomado algunas fotos.

Una vez finalizada la intervención, Kirsten Mosel continuará trabajando con la USAL, ya que ambas partes piensan en llevar adelante un proyecto similar al que la artista hizo durante tres años en Alemania como propulsora del “Mobiles Atelier”. Este proyecto consiste de una intermediación para artistas que quieran compartir sus trabajos, ateliers e ideas con niños y niñas y, a partir de ese encuentro, elaborar ciertos temas (por ejemplo, “la nada” o “la luz”).

La segunda intervención lineal de Mosel fue el 6 de septiembre (hasta el 3 de noviembre se la puede visitar) en la Goethe-Schule, La Horqueta, Boulogne, en el marco de la exposición alemano-argentina “Que la línea no se pierda”. Este nombre alude, en sentido figurado, a las líneas que vinculan a los alumnos de hoy con los ex-alumnos, maestros y profesores que participaron de la muestra.

Kirsten participa activamente del departamento de cultura de la Goethe-Schule; desde hace un año, su marido es el director general de la escuela. Para dicha exposición, que curó junto con Amalia Pérez Molek, la artista creó “Seis líneas”, una novedad, ya que sus intervenciones lineales siempre fueron impares. La instaló en la extraordinaria arquitectura del enorme y luminoso pabellón Germania Hall, lugar en el que Kirsten intervino los dos lados de la pared de una escalera. Las paredes del Hall están compuestas de mezcla gruesa con piedras salientes, de modo que las canaladuras y contornos encuentran un diálogo interesante con su trabajo.

En el Consulado de la Embajada de Alemania en Buenos Aires, Kirsten Mosel también expuso “Nuevos Cutouts” del 22 de junio al 4 de agosto, una serie realizada especialmente para el lugar con obras en un formato mediano. En esta ocasión, Mosel empleó un fondo especial para sus formas: dibond. “Sobre este soporte puedo pensar preguntas minimalistas de la abstracción y la mayor reducción posible para mis cutouts”, explica Kirsten Mosel, que había trabajado el tema del número dos en esta muestra en la Embajada de Alemania. “Dos ojos, dos paréntesis, dos árboles. Dos líneas, dos trompos, dos lineamientos. Las imágenes giran en torno al fenómeno del número dos: en la simetría de un cuerpo, en la función de los instrumentos, en el choque de las formas abstractas y los colores”, dice el texto de la muestra.

Pequeñas obras y preguntas existenciales

Cuando uno está delante de la claridad y belleza de las obras de Kirsten Mosel, sorprende que le resulte difícil trabajar en una obra compleja que llama “Kleines Werk”, que viene elaborando a lo largo de toda su carrera artística. De esos pequeños trabajos, elige unos pocos por año, así va llenando su block de notas. No son estudios para sus grandes obras; para ello Kirsten Mosel tiene sus cuadernos que la acompañan a todos lados y que son obras de arte en sí. Las frágiles hojas de “las pequeñas obras”, en las que se pueden encontrar elementos pegados con escritos en tinta o lápiz, conforman una obra independiente.

“Como artista abstracto, uno se debe preguntar qué significado tiene la obra”, dice Kirsten Mosel. Explica que sus formas siempre surgen de algo concreto que ella abstrae, que después el observador toma, lo pone en cierto contexto y le encuentra una explicación totalmente diferente. “¡Es muy interesante!”, dice la artista. “Mis trabajos requieren que las ideas y los patrones explicativos sean repensados y también que se busquen otras formas de interpretación”. Su trabajo se encuentra en la frontera entre la abstracción y la narración.

Exposiciones:

  • “Líneas para USAL”, intervención. Universidad del Salvador, Marcelo T. de Alvear 1337, 1º piso, del 23 de junio hasta octubre.
  • “Encuentros – Que la línea no se pierda”, obras de Hildegard Hahn, Andrea von Lüdinghausen, Kirsten Mosel y Silvia Rudolf (Alemania), como de Silvina Alfonzo, Sebastián Garbrecht, Carina Luebs, Melanie Mahler y Amalia Pérez Molek (Argentina). Curadoras: Kirsten Mosel y Amalia Pérez Molek. Goethe-Schule, Pabellón “Hall Germania”, Reclus 2250, Boulogne, del 6 de septiembre hasta el 3 de noviembre.

Web:

Fotos de arriba abajo:

Kirsten Mosel antes de su intervención “Five Lines”, Studio Hannover, 2010. Plástico sobre pared (recorte).

“Pools”, Museo de Arte Moderno Las Palmas, España, 2000.

Directo sobre la pared: obras en KUBUS, Hannover, 2009.

Kleines Werk (4), 2006.

En Alemania, en 2010/11, la artista pudo realizar en la NürnbergMesse el trabajo “Orange Linie” en un formato de 7 x 35 metros.

Escriba un comentario