Unicornios en la cabeza

Rigoberta del Tesouro, creadora de las vinchas más originales de la ciudad

Por Paula Bonnet

La entrevistada no se llama Rigoberta del Tesouro pero ese es su nombre artístico, así que digámosle así. Es estudiante de Diseño de Indumentaria en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y hace más de un año que se dedica a crear las vinchas más originales de la ciudad. Vende en Facebook y en Bi Order, el local 19 de la Galería Patio del Liceo (Avenida Santa Fe 2729, Buenos Aires).

¿Te gusta la carrera que estás estudiando?

Rigoberta (R): Sí, me encanta. Lo que pasa es que ya tengo ganas de terminar. Estoy hace seis años y este es el último, lo que implica mucha ansiedad. Me tiene un poco podrida ir hasta allá. Pero no lo cambiaría por nada. Mi mamá siempre me decía que vaya a una universidad privada pero nunca me quise ir de la UBA. Por más que me cueste… El plan de estudios dura cuatro años pero yo ya voy por el sexto y no me importa. Me hace más feliz ir a cursar ahí que hacerla más fácil en otro lado.

¿Cómo empezaste a diseñar accesorios?

R: Arranqué con indumentaria. Empecé a hacer cosas para mí y me pidieron de un local. Ahí decidí hacer la marca, un proyecto que tenía estancado. Con los accesorios me pasó que yo tenía ganas de usar algo así, la gente se empezó a copar, lo sumé a la marca y me fue mucho mejor que con la ropa.

¿Qué te inspira a la hora de diseñar las vinchas?

R: Siempre hice lo que quise. No es que me dejo guiar por algo. Busco referencias de la infancia, cosas del pasado, recuerdos, las fantasías del niño. Pero cosas mías, no es que tengo un diseñador de referencia. Eso es lo que hace todo el mundo y a mí me aburre demasiado. Trabajar así me llena, lo disfruto.

¿Funciona vender por Facebook?

R: Sí, mucho más que en cualquier otro lugar.

¿Más que en un negocio?

R: Creo que sí. Al menos para mí. Me llaman de muchos locales y siempre digo que no porque piden a consignación. No me rinde vender así porque son cosas delicadas y a los negocios entra mucha gente, todo el mundo toca, se prueba, se saca fotos y todo se arruina. No tienen el mismo acabado que algo nuevo. Además, si después de un mes no se lo lleva nadie me lo devuelven y si las cosas están rotas no las puedo vender por mi cuenta tampoco.

¿Se te ocurren los diseños o te basás en lo que ofrecen tus proveedores? ¿Cómo es tu proceso creativo?

R: Mitad y mitad. También me pasa mucho que en el momento de hacer una vincha termino de cerrar una idea. La búsqueda de materiales es muy especial, no es que son cosas que se consiguen en cualquier lado. Así se termina de cerrar la idea y en el momento de armarlo tal vez hago cambios, meto y saco… Es algo del momento. Creo que es porque a mí me gusta trabajar así.

¿Qué te aporta la UBA en cuanto a cultura de trabajo, inspiración y técnica?

R: El hecho de arreglármelas con lo que tengo, que es lo que tiene la Universidad. Ellos usan mucho la frase “Atar todo con alambre”: hacer las cosas con lo que hay y así tiene que quedar bien, no implica que algo esté mal hecho. Tiene que funcionar, ser un producto durable y lindo estéticamente.

El tema de desarrollar la creatividad va por el lado de uno, pero la carrera es una fuente de inspiración. Están todo el tiempo instándome a que haga cosas nuevas, a no estereotiparme en lo que hace el otro.

¿Ves la moda como una expresión artística?

R: Sí, pero lo que hago yo, no la moda en general. Hay mucha gente que compra las vinchas para colgarlas en la pared.

¿Qué tipo de chicas te compran?

R: Hay de todo un poco. Es el que se anima. También me piden por encargo productos mucho más simples y los hago igual pero no van a ser parte de mi colección. A la que se compra los unicornios no le importa lo que digan y se los va a poner porque le gustan.

¿Diferenciás las colecciones?

R: Sí, la última la saqué en enero. Todavía estoy bien con eso, la gente está copada con las cosas. De hecho todavía me piden cosas de la colección anterior, de julio. Creo que no es momento de lanzar otra. Sí tengo muy presente sacar una mini colección que sean productos únicos y que el que los quiera sepa que no van a haber más. Es un proyecto que me gustaría hacer. Ya tengo que pensar en la producción de fotos…

¿Cómo conceptualizas las campañas gráficas?

R: Hasta ahora fueron todas en interiores, pero me gusta mucho la naturaleza así que tengo pensado hacer algo con eso. También me atrae lo vintage y las cosas antiguas. Eso sí hay siempre en las fotos y en la indumentaria que acompaña. La última producción es toda vintage: la casa en la que la hicimos, la ropa… También busco modelos que tengan un rostro diferente, una belleza única. Eso es lo que más me interesa, no una cara perfecta.

¿Seguís usando las tiaras o ya te cansaron?

R: Sí, pero no tanto como antes. Siempre salía con una diferente, me encantaban. Ahora estoy todo el día con eso. Las uso de vez en cuando, para alguna salida. Pero me parecen hermosas, me encantan.

¿Cómo se te ocurrió tu nombre artístico?

R: Surgió más de un año antes que la marca. Se me vino a la mente de repente. Fue una situación rara pero no tiene un propósito. Surgió.

Cuando decidí cómo iba a llamar a la marca pensé: “Rigoberta del Tesouro, obviamente”. Tiene mucho que ver con la estética de las vinchas. Por otro lado, como siempre hice lo que me gusta, cosas que me quiero poner, la marca debía llevar mi nombre.

¿Qué proyectos tenés para el futuro?

R: Me encantaría seguir con esto en la medida que pueda y a la gente le guste. Me gustaría incursionar en el arte con cuadritos o intervenir otras cosas.

¿Ropa también?

R: La indumentaria está muy expandida y es más difícil que la gente se lo ponga. Además hay que tercerizar todo: en un taller siempre tienen mejores máquinas y van a coser mejor. Lo que yo hago en tres horas, ellos lo hacen en cinco minutos. Tener que trabajar con sus tiempos es complicado. Te piden un mínimo de quince prendas por producto y eso es una inversión grande. Cuando arranqué hice una prenda de cada cosa y tuve que poner bastante capital, más que nada por la tela. No sé si es algo que me copa tanto como para ponerme a invertir en eso. Sobre todo si uno no sabe si le va a llegar a la gente, que para vestirse es más básica. Es más difícil llegar que con las vinchas.

¿Cuál es la tiara que más te piden?

R: Es una de florcitas. La primera que la tuvo fue (la actriz y cantante) Anita Pauls y desde ahí me la pide todo el mundo. De hecho es la que menos disfruto hacer. Me gusta usar otro tipo de colores, tengo una paleta mucho más apagada. Esa es bastante fuerte.

También compran mucho una con pajaritos, de la colección pasada. Igual ahora hubo un boom de unicornios, todos lo están pidiendo. Eso me encanta porque me parece una fantasía increíble. Es la que me lleva más tiempo de trabajo y la más cara pero me gusta por la ilusión de tener el unicornio encima.


(Fotos: Franca Salerno)

Un comentario sobre “Unicornios en la cabeza”

  1. Marga steinwasser dice:

    Muy linda nota. Me encantan las vinchas. Me gusta mucho la de pajaritos.


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